Elecciones y Oposición


Débil, vapuleada, avergonzada. Desorientada. La Oposición venezolana, sin rumbo ni destino, pareciera atravesar por su peor etapa. Para algunos, vive un momento de reflexión. Decimos, cerrada en si misma busca reencontrarse, reinventar su destino. Para otros, en cambio, está agonizando. Herida de muerte por sus propios errores no logra reaccionar a las adversidades.


Y, sin embargo, es tan poco lo que se les pide.


A las puertas de un proceso electoral, que la pondría finalmente en contacto con las Comunidades, todavía debate sobre la oportunidad de participar en la contienda. La abstención, alternativa que barajan algunas organizaciones, más que una opción pareciera un suicidio. En fin, dejaría a la coalición que Gobierna la posibilidad de acercarse aún más a las Comunidades, entender sus necesidades y, de alguna manera, satisfacer sus aspiraciones.


Argumentos para el debate, en nuestros días, hay de sobra. Decimos, los hay restringidos al quehacer de las barriadas. En otras palabras, la seguridad, el alumbrado eléctrico, la basura, el agua, el transporte y pare usted de contar. Y los hay más generales. A saber, el incremento de la delincuencia, el hacinamiento en las cárceles, el desempleo indetenible, la inflación creciente y muchos más. Sólo hay que escoger.


Sin embargo, no es tan fácil como pareciera. Hay que tener ideas claras, programas definidos, madurez política y, sobretodo, la humildad suficiente para posponer las ambiciones personales y no anteponerlas al interés de la Colectividad.


La Oposición, hoy como ayer, está empeñada en criticar, a veces con tonos ácidos y otras con sarcasmo, las medidas del Gobierno. Decimos, esas decisiones que, aun siendo de corte populista, resuelven de alguna manera problemas inmediatos a la población pauperrima de nuestras barriadas. Y que, de no haberlo hecho este Gobierno, habría tenido que hacerlo cualquier otro.


Críticas sin propuestas alternativas. Esto es lo que se advierte en la calle; es la enfermedad que carcome a la Oposición.


Las elecciones de concejos municipales, a prescindir de cualquier consideración acerca de la credibilidad del CNE, son la oportunidad. Son el resquicio para debatir no sobre dictadura y libertad, mucho menos para lanzar advertencias airadas, que ya nadie cree y que la historia se ha encargado de desmentir una y otra vez, contra el socialismo. Es la ocasión para enfrentar la coalición que nos gobierna en su propio terreno. Decimos, la vida en los barrios.


Conocer las dificultades de quienes viven en la pobreza, hablarles y presentarles alternativas creíbles y realizables son los primeros pasos que debería dar la Oposición, para comenzar a recorrer el largo trecho que la aleja de los venezolanos, para transformarse en una opción de poder.