«Curva de la felicidad»


Es muy corriente oír decir que las personas mayores de treinta años, ya sean hombres o mujeres, lucen la denominada «curva de la felicidad» cuando, de hecho, lo que lucen es un vientre flácido, de tamaño aumentado por la acumulación de grasas que resulta de la falta de ejercicios de los músculos abdominales. 


Pero el problema de este tipo de vientre no se reduce al simple aspecto antiestético que ofrece esa relajada masa abdominal, sino que también implica que los músculos flácidos no realizan su función principal, cual es la de mantener en su lugar las vísceras abdominales. Estas, al no estar bien sostenidas, tienden a descender hacia el fondo del saco abdominal, donde se superponen, perdiendo parte de la capacidad natural que les permite desarrollar de manera normal y óptima sus propias funciones. 


A la vista del desarreglo funcional que supone los vientres innecesariamente abultados, los ejercicios que se ofrecen a continuación no sólo deben llevarse a cabo con fines estéticos, sino también, y si se quiere de forma casi exclusiva, con el objeto de mantener las vísceras en buen estado de salud y operatividad. Además, como complemento, tienen la virtud de fortalecer los músculos dorsales y los pectorales. 



Tumbado


boca arriba 


El primer ejercicio consiste en estirar el cuerpo sobre el suelo y, con las manos unidas debajo de la nuca, flexionar una rodilla, acercándola lo más posible al cuerpo, mientras se mantiene la otra pierna separada a un palmo del suelo por contracción abdominal.


Alternar la flexión de las piernas hasta haberla realizado unas diez veces cada una. 


Partiendo de la misma posición inicial, otro ejercicio estriba en subir y bajar las piernas estiradas haciendo movimientos verticales de tijera hasta alcanzar, con una pierna, una altura máxima de 45 grados y, con la otra, no tocar jamás el suelo. Este ejercicio debe repetirse de forma consecutiva una diez veces.