PARIS, Francia.-
De esta manera, Gaultier de diferenció claramente del resto de las colecciones. Al proponer para el invierno próximo un viaje por las estepas rusas, con modelos en los que abundan las pieles y los bordados de flores multicolores que adornan faldas y abrigos, buscando sus colores en los de los trajes típicos eslavos.
Pieles de marta o zorro adornan los puños de un chaquetón o ponen un toque distinción a unos pantalones. Svetlana, Nastassia o Ludmila son los nombres de estas creaciones, inspiradas en los trajes folklóricos de Rusia.
También resultaron muy originales los caftanes con motivos turcos y los largos y coloridos vestidos-camisas y faldas de volantes de inspiración rumana.
Como detalles curiosos, borlas y galones adornaban chaquetas, abrigos y pantalones bombachos. El vestido terciopelo «Tamara» estaba totalmente cubierto de pompones negros.
John Galliano, diseñador de Dior, busca, por su parte, los colores en Latinoamérica. Su creatividad convierte en alta costura el traje tradicional de las mujeres andinas de Perú o Bolivia.
Colores también en Christian Lacroix, modista que utiliza las telas como un pintor abstracto sus pinceles, para crear belleza con formas y colores y que mezcla en su inspiración todos los estilos y todas las épocas. Toque latinoamericano también en su colección, con los trajes sastres con pantalones de gaucho adornados con encaje o recamados de azabache o perlas.
Laboratorio de ideas y elemento de imagen de excelencia para las marcas de moda, la Alta Costura, denominación exclusivamente parisina y sometida a rigurosos criterios de calidad, es también un espectáculo destinado a promocionar las marcas.
Los shows organizados alrededor de los desfiles reflejan a menudo el espíritu de los creadores. Extravagantes los de John Galliano, llenos de humor y colorido los de Lacroix, o ideados como un espectáculo lírico, como el de Sorbier, puesto que el modista es también creador de vestuario de opera.