Una resolución indignante e injusta


Ya no se llamará “Plaza Italia”. Ese espacio de La Victoria, que en el pasado fue dedicado a quienes, llegados de Italia, habían echado nuevas raíces en tierra aragüeña, perdió su vieja identidad. La Alcaldía de La Victoria, de manera arbitraria y sin consultar a la Comunidad, decidió que ese no era un nombre apropiado. Y, olvidando su significado intrínseco, volvió a bautizarla. Ahora se llama “Plaza el Alba”.


¿Confusión? ¿Tristeza? ¿Desilusión? Sí, la resolución despertó en la Colectividad ítalo-venezolana todos esos sentimientos. Más aún, una sensación de frustración frente a una decisión que considera injusta e inexplicable.


Es verdad. Tal vez, la estatua de Cristóbal Colón quede en el mismo lugar. También es probable que la “Lupa” no emigre a otros lares, como hicieron en el pasado los italianos nacidos en la región Lazio. Mas, aun así, la resolución abre una profunda herida en la Colectividad ítalo-venezolana.


Los “italianos de La Victoria”, desde siempre, han sido parte de la vida de esa ciudad. Sin olvidar sus costumbres y tradiciones bien arraigadas, se han integrado al tejido social de la región. Y esta ha sido una integración enriquecedora. Trabajadora como pocas, nuestra Colectividad, no está demás subrayarlo, ha contribuido al desarrollo económico, social y cultural de la región. Industria, comercio, agricultura y ganadería: no hay sector en el cual no esté presente.


Esa plaza, la cual hoy se les quiere arrebatar, es un reconocimiento a la labor de un grupo de personas que hizo de Venezuela su segunda Patria y de La Victoria su hogar. Es un reconocimiento a los tantos ítalo-venezolanos exitosos; pero, más que a ellos, a esa mayoría humilde y silenciosa que con su trabajo ha contribuido al desarrollo económico, social y cultural de Aragua. Es un llamado permanente a la participación y a la integración; un legado a las nuevas generaciones para que no olviden su pasado y construyan un porvenir mejor: una sociedad en la cual todos tengan cabida  sin que nadie tenga que emigrar con el sueño de un futuro mejor.


La indignación de Nicola Di Teodoro, Mario Villani, Tonino Vona y  Giuseppe  Riano, quienes se hicieron intérpretes del malestar de la comunidad ítalo-venezolana de La Victoria, es legítima. Así como lo es el llamado a nuestras autoridades diplomáticas para que intervengan y eviten que se cometa un error; una injusticia.