“Los caminos andados”

Para el día en que cumplió sus ochenta años, Pepe Melich, o el Dr, Melich Orsini, o bien, el profesor José Melich, como quisiéramos llamarlo, nos obsequió a todos sus amigos cercanos una obra denominada “Los Caminos Andados” en la cual se recogen sus ensayos y sus notas literarias, porque tal como lo dice en el prólogo o “exordio”, su vida intelectual, aunque muchos lo ignoraban, se desarrolló entre dos grandes pasiones: su amor e interés por la Filosofía y la Literatura y su definitiva dedicación al Derecho. En esa obra, regalo de aniversario, él quiso que quienes solo lo conocían como jurista, pudieran juzgarlo también como literato.


Al leer su biografía sentimos que él encarnó la imagen de los ilustres abogados venezolanos del siglo XX. Graduado con honores en nuestra más alta universidad, la Universidad Central de Venezuela; inició su carrera docente, como tantos otros lo hicimos, en la condición de los llamados “preparadores” que eran los mejores estudiantes de los años superiores que se les designaba para asistir y guiar a los recién ingresados a la Facultad de Derecho. Así, paso a paso, ascenso tras ascenso, llegó a la posición de Profesor Titular.
En la Universidad, se compenetró con todas las actividades que allí se realizaban. Así, fue miembro de los Consejos de Facultad; Decano de la Facultad de Derecho; Miembro del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico; Director del Instituto de Derecho Privado; Director de los Cursos de Post grado de la Facultad de Derecho; pero, no solamente a la Universidad debería dedicarle su experiencia, sino que, el “secreto encanto” del ejercicio profesional le llevó a incorporarse en un prestigioso bufete donde llegó a convertirse en el abogado civilista más prestigioso de nuestro país, tanto en el campo de la consulta como en el litigioso. Todas estas experiencias fueron volcadas en sus profundas publicaciones jurídicas, tales como: “Las Responsabilidades Civiles Extracontractuales”; “Estudios de Derecho Civil”; “La Resolución del Contrato por Incumplimiento”; “La Doctrina General del Contrato”; “La Responsabilidad Civil por hechos Ilícitos”; “Medios de Extinción de las Obligaciones”; y tantas otras obras fundamentales, a las cuales hay que unir la enorme riqueza de los artículos que escribiera para las revistas especializadas que, en una forma u otra, fueron tratando los temas de Derecho Civil innovadores de nuestro tiempo.


El hecho de que Melich estuviera en un “caso”, nos daba la sensación de que era un litigio justo y de que lo que había de por medio era doctrina profunda y bien hilvanada; conocimientos sólidos; responsabilidad profesional absoluta y total seriedad, representativa de la más severa ética profesional. Es por eso que no podía menos, nuestro ilustre profesor y amigo, que darnos su apoyo y colaboración en la defensa de los intereses de Venezuela ante las agresiones de las empresas trasnacionales. Sus extraordinarios testimonios quedarán para la historia de los arbitrajes como una de las más doctas posiciones en el análisis de la responsabilidad contractual en el Derecho hispano-germánico.


Pues bien, “Los caminos Andados” nos enseña muchas cosas de lo que fue su pensamiento, de lo que fue su sensibilidad. Así, en ese libro aparece su perfecto enfoque de la realidad venezolana. Por ejemplo, cuando nos dice: “Ardua ha sido entre nosotros la lucha por el Derecho. La inestabilidad de nuestra estructura política, el predominio brutal de las fuerzas sociales más hostiles a la civilización, han ejercido durante más de un siglo en el Estado venezolano, el personalismo que ha regido la actuación de nuestros gobiernos…..”.
Cuando habla de Mariano Picón Salas y de su libro “Pedro Claver, el Santo de los Esclavos”, nos recuerda que el autor “conoce el verdadero camino que nos lleva a la universalización de la literatura hispanoamericana. Sin claudicar ante los espejismos estéticos de un arte decadente asfixiado en los más descarriado “ismos” y sin transigir tampoco con ese criollismo de mal gusto que la pobreza espiritual de algunos confunde con la literatura nacional, cada libro de Picón Salas es una esplendida lección para los hombres de estas tierras que se desvelan en esa milagrosa hazaña de encontrar la misión estética de América”.


Verdaderamente, en “Los Caminos Andados” encontramos la respuesta a lo que el autor señala en su prólogo. El se preguntaba: ¿qué significa ser venezolano? ¿En qué medida influyen la historia y la naturaleza de la sociedad en la que estamos incrustados en nuestra propia singularidad? ¿En qué grado nos determina nuestra geografía? ¿Cómo debemos valorar las contradicciones entre lo nacional y lo universal? ¿Cómo se formaron nuestras clases sociales y qué podemos esperar de su evolución? ¿Cuál es el grado de libertad individual por el que debemos luchar?


Condensó así este literato-jurista o jurista-literato que hoy nos ha dejado para siempre, las inquietudes básicas de todo aquel que tiene que dar respuesta al sentido de lo venezolano, en ese arduo camino de espejismos y de realidades que es el de la Universidad y el de la vida social y política en la cual actuó tan activamente. Antes de concluir, hay que hablar de su parte afectiva, de su parte sentimental, del esposo que prolongó su largo romance de sesenta años con Olga que en el decir de todos, era y es una de las mujeres más bellas de Venezuela; de sus hijos Martín y Carolina por quienes tuvo un afecto infinito; de sus nietos y, de nosotros, sus amigos, a quien nos dio en todo momento la expresión de su absoluta y total sinceridad para juzgarnos, para orientarnos, para acompañarnos.


Si bien, con él desaparece el mayor civilista de nuestra esfera territorial, también deja un vacío el hombre noble, equitativo, analítico y sereno que en más de una ocasión constituyó la fuerza del equilibrio que lo colocaron en la condición indiscutible de los llamados “Notables” del país ¡bien merecía ese nombre por su inteligencia volcada hacia el bien y el Derecho!.
Cuando rezamos por él, rezamos porque su espíritu nos continúe iluminando como lo hiciera en vida su pensamiento.