CARACAS – Ayer el presidente de Francia, Emmanuel Macron, emitió declaraciones a la prensa internacional en las cuales calificó al Gobierno de Nicolás Maduro como una “dictadura”. Sus palabras fueron pronunciadas durante su primer discurso sobre política exterior ante la comunidad diplomática en París. Han sido estimadas como un endurecimiento de su postura ante el Gobierno venezolano. La crisis política y económica venezolana es severa y en se había ofrecido a mediar.
“Nuestros conciudadanos no entienden cómo algunos han podido ser tan complacientes con el régimen que se está instaurando en Venezuela”, expresó Macron ante los embajadores. “Una dictadura —continuó el mandatario galo— que intenta mantenerse en pie al precio de un sufrimiento humano sin precedentes y de una radicalización ideológica preocupante”.
Así las cosas, hoy el canciller venezolano, Jorge Arreaza Arremetió a través de la red de micro blogging, Twitter, en contra de Macron, y lo hizo de este tenor: las palabras de Macron –escribió- “constituyen un agravio al pueblo y al Gobierno democráticamente electo de Venezuela, así como a sus instituciones”. Arreaza demandó respeto al premier galo hacia la “democracia” venezolana, la cual –asegura- está “construida sobre la base de los principios republicanos universales y sostenidos por la soberanía popular”.
El pasado 02 de agosto la Unión Europea (UE) dijo no reconocer a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) instalada por Maduro, por tener dudas sobre su legitimidad, y dijo que el conglomerado endurecerá las políticas hacia Venezuela si “se siguen socavando los principios democráticos”.
El canciller Arreaza también remarcó que las declaraciones de Macron “atentan contra la institucionalidad venezolana y parecieran estar arrastradas por la permanente obsesión imperial de atacar”. A comienzos de julio, Macron inclusive mandó una misiva a Maduro a través de la embajada francesa en Caracas en la cual le garantizó su disposición a “facilitar las negociaciones mediante el diálogo”, según se supo a través del embajador francés, Romain Nadal.
