Ángel Álvarez: “Mientras Venezuela sea un país petrolero nunca va a ser democrático”

El profesor Ángel Álvarez, politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EEUU)
El profesor Ángel Álvarez, politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EEUU)
El profesor Ángel Álvarez, politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EEUU)
Ángel Álvarez, politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EEUU)

CARACAS – El profesor Ángel Álvarez es politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame (EEUU). De trato afable y refinado, lleva la cabeza rapada, las facciones de su rostro son a la vez rudas y amigables, usa gafas de lectura al aire, hoy vive en Canadá, y trabaja como consultor en Políticas Públicas para distintos entes.

Da clases de Ciencias Políticas y gasta su brillante pluma en libros diversos y artículos de prensa. Nos contesta –gentilmente- una llamada vía Skype, y ofrece para La Voce d’Italia sus apreciaciones sobre nuestro delicado momento político actual.

– Publicaciones de alto prestigio, como The Economist, han clasificado a Venezuela como un régimen híbrido, o sea, un autoritarismo que se legitima –cada tanto- por la vía electoral. ¿Qué ponderación hace usted del gobierno de Nicolás Maduro?

– Mi visión en Ciencia Política es cuantitativa. Es mi formación. Todos mis análisis son con datos cuantitativos. No soy muy partidario de usar categorías estancas como dictadura o democracia, porque creo que eso es – más bien – un continuo, en el cual hay grados de democracia y grados de dictadura, e incluso hay dimensiones distintas, porque un sistema no es unidimensional, sino multidimensional: un sistema puede ser muy autoritario en unas dimensiones, y menos autoritario en otras dimensiones.

Yo no uso palabras para caracterizar a un régimen, sino números. El índice que más uso (yo mismo participo como Country Expert, es un proyecto de varias universidades estadounidenses y europeas) es uno llamado V-Dem. Es un indicador muy académico, para uso de académicos; no es como los indicadores de The Economist que son para policy makers.

Este índice va de cero hasta uno. Entre más se acerca un país a uno, más se acerca al ideal de una poliarquía, o sea, una democracia competitiva liberal. Mientras más se acerca a cero, más se acerca a la completa ausencia de democracia liberal. De 2005 a 2016 –son los datos que tengo a mano, esta investigación comienza a finales del siglo pasado-, Venezuela baja de 0.52 (2005) a 0.36 en 2016. Tampoco está en 0.1, pero está llegando al tercio más bajo de la distribución.

Es un régimen cada vez menos democrático y más autoritario, y la tendencia de Venezuela es decreciente, o sea, ha venido acercándose progresivamente al cero. En 2017 debe haber bajado más todavía, pero al cierre de 2016 estaba en 0.36. En este último tercio están los regímenes menos democráticos del mundo.

V-Dem usa 17 indicadores para construir el índice, y tienen que ver con libertades cívicas y derechos individuales. Libertad económica, libertad de expresión, libre tránsito, equidad social, entre otros. Son datos cuantitativos acerca del performance del régimen político bajo escrutinio. Es este último tercio de la distribución, en el cual figura Venezuela, también están países como Siria, Turquía, Rusia, Arabia Saudita, Cuba, entre otros.

– Analistas de peso, como John Magdaleno, han dado por toda explicación al arribo de Chávez al poder, una tradición de violencia que viene desde el siglo XIX. En Colombia pasó lo mismo, con los bandoleros en las montañas, en principio, y, finalmente, la llegada de Pablo Escobar a la escena. ¿Cómo interpretar lo que hoy sucede en Venezuela a la luz de lo anterior?

– Entiendo perfectamente, pero yo no compararía a Venezuela con Colombia. Son países vecinos, que tienen hitos históricos compartidos, desde la Independencia, e, incluso, desde antes porque la Capitanía General de Venezuela dependía del Virreinato de la Nueva Granada. Pero yo no haría un vínculo, digamos un paralelismo, por razones históricas. Son países con estructuras económicas y sociales totalmente distintas. Venezuela se parece mucho más a países que están lejos, y no cerca como Colombia.

Venezuela, desde mediados del siglo XX, se ha venido pareciendo –cada vez más- a un país petrolero, se comporta como un país petrolero. El mejor trabajo que se ha publicado al respecto, que yo conozco, data de 2006. Es un trabajo de un profesor norteamericano que se llama Michael Ross. Se titula así en castellano: “¿El petróleo obstaculiza la democracia?”.

La respuesta a esa pregunta es afirmativa. Ross hace un análisis estadístico y cuantitativo muy exhaustivo, de hecho ese trabajo ganó un premio por la alta calidad de los métodos cuantitativos que emplea. Se trata de una base de datos muy grande, un estudio comparativo excelente, un trabajo muy completo, y el estudio concluye que los países petroleros no son democráticos. Pero importa detenerse en las razones: en los países petroleros el Estado es independiente de la estructura social. El Estado tiene en sus manos una riqueza tan grande que somete a la sociedad, en lugar de depender de ella.

En cualquier Estado contemporáneo, el Estado depende de la sociedad para existir. En los Estados petroleros es al revés: la sociedad depende del Estado para existir. No es patrimonio, es estrictamente renta petrolera. Esto no sucede en otros países que producen otros commodities, como países mineros o agrícolas. Ross verifica esto –en términos estadísticos- sólo en las naciones petroleros, y esto obedece a la naturaleza de la renta petrolera, la cual se produce en el exterior y no en el país productor de petróleo.

La renta petrolera se produce por redistribución de los recursos de los Estados que consumen petróleo, a los Estados que producen petróleo. Entonces, el Estado petrolero no depende de la economía nacional para subsistir. Luego, puede hacer lo que le dé la gana con el país. Todos los Estados que dependen del petróleo son autoritarios. Venezuela era el único que no lo era, pero ya volvió a su nivel de autoritarismo. Yo estoy convencido, que mientras Venezuela sea un país petrolero nunca va a ser democrático.

– Hace poco más de un año, usted le dijo en entrevista al periodista Hugo Prieto, que un bando y otro se movían en la incertidumbre. ¿Cómo encuentra eso en este momento?

– No. Yo no creo que en estos momentos haya mucha incertidumbre. Creo que hoy tenemos la certeza clara de que estamos en un autoritarismo. Hay una gran fractura de la oposición, la cual no ha sido capaz de resolver sus dilemas para construir organización política. Pero no es casual: tiene que ver mucho con esto que digo de la renta petrolera.
Siendo un país con renta petrolera, aun en medio de una crisis enorme, la desproporción entre los recursos con que cuenta el Gobierno, y lo que tiene la oposición, es marcada.

-¿Cómo calibra estos 100 días (y más) que acabamos de atravesar, con un saldo superior a los 120 muertos? La represión de los cuerpos de seguridad fue brutal, por decir lo menos…

– Una de las características fundamentales de los Estados petroleros es que no son Estados liberales, y, por ello, pueden ocurrir dos cosas: o son autocracias consolidadas (como es el caso de Arabia Saudita), o son Estados -más bien- con un alto nivel de falla en su capacidad de gestión, y con un autoritarismo muy concentrado dentro de unas facciones armadas muy radicalizadas. Esto es muy propio de países como Nigeria.

En estos países, como viene siendo Venezuela, los derechos humanos (DDHH) no existen, y la élite en el poder usa todos los mecanismos a su alcance, cuando se ve amenazada, para conservar el poder, sin ninguna restricción. No habiendo división de poderes, ni competencia política efectiva, la élite política generalmente está fusionada con la élite militar. Es decir, los militares son –al mismo tiempo- Gobierno, y brazo armado del Gobierno. Entonces, la represión es común.

– Era lo más predecible que pasara lo que pasó…

– Era absolutamente predecible. En países no petroleros autoritarios, como China, lo vimos en el caso de los sucesos de la Plaza Tiananmen (1989), pero en otros países petroleros autoritarios se ve cotidianamente, la capacidad represiva del Gobierno es muy alta y tiene que ver con la capacidad que otorga la renta petrolera de financiar holgadamente la represión.

La Constituyente como mascarada

Ángel Alvarez: "La Constituyente no se eligió para redactar una Constitución"
Ángel Alvarez: “La Constituyente no se eligió para redactar una Constitución”

Álvarez no pierde la serenidad en ningún momento. Lo que acá en Venezuela es noticia diaria, agitación de pregonero, tinta en llamas reventando el celofán, para un catedrático de su calibre, que despacha desde los fríos nórdicos del Canadá, es moneda corriente, análisis desapasionado.

-¿Qué piensa de la ANC? ¿Cómo entenderla en el contínuum de nuestra historia reciente?

-La Constituyente no se eligió para redactar una Constitución. Si lo hacen, OK. Pero ese no es el motivo. Tal vez la terminen haciendo. Pero ese no es el motivo por el cual el Gobierno decidió elegir una Constituyente. No era el único mecanismo, pero es el último que se les ocurrió para contrarrestar la voluntad popular expresada en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015.

Desde el momento inmediatamente posterior a esa elección, Nicolás Maduro dijo que iba a emplear el parlamentarismo de calle, el parlamento popular, comunal. Ninguno de esos mecanismos le dio resultado. Intentaron coaccionar de alguna manera a la Asamblea Nacional (AN) para lograr lo único que les importa de la AN: la aprobación de los convenios internacionales de endeudamiento. Es la única razón por la cual ellos necesitan a la AN. ¿Por qué?

Porque los inversionistas privados ponen intereses muchísimo más altos, o no invierten si no hay aprobación de estos convenios. Entonces, para evadir el bloqueo de la aprobación de estos convenios por parte de la AN, inventaron la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la cual pretenderá aprobar esos convenios.

Seguiremos en la misma situación, porque cualquier inversionista que piense dos veces, se negará a prestar con intereses a niveles razonables de mercado, en el marco de un convenio aprobado por la Constituyente, cuya legalidad está cuestionada, tanto nacional como internacionalmente.

-¿Cómo ve lo que está sucediendo con la AN, toda vez que se han anunciado procesos judiciales por traición a la patria, en contra de Borges y Guevara? Parece que el parlamento ha sido disuelto…

– El Parlamento está igual que las Gobernaciones que gana la oposición: con unas posibilidades reducidas de hacer política, con recursos muy escasos, porque entiendo que –incluso- los diputados no cobran su sueldo desde hace tiempo. Hay una apariencia. Tiene un costo político muy alto cerrar las puertas de la AN. Tiene más costo que dejarlos funcionar como están, con recursos muy reducidos, para minimizar su efectividad. Por eso no estamos en 0.1 en V-Dem. Pero estamos en 0.36, que está muy cerca de cero.

Tres perversos mecanismos

Cercanos al final de la entrevista, la conversación ha bajado del cielo de los axiomas, a la realidad cotidiana del venezolano. El profesor Álvarez se mueve con entera solvencia en ambas arenas, no en balde su pregrado fue acá en la UCV, e, incluso, dirigió la Escuela de Estudios Políticos. Como se dijo, su formación es rigurosa en el análisis cuantitativo, por lo cual se nota claramente que Álvarez no se ha desprendido de los indicios fácticos que pueden pescarse en las primeras planas.

¿Qué hay de la economía? Se espera 1700% de inflación al cierre de este año, se ha incrementado sensiblemente la escasez de alimentos y medicinas, y, para colmo de males, el gobierno de Donald Trump, acaba de emitir duras sanciones financieras en contra de Miraflores…

– Bueno, yo no soy economista, pero lo cierto es que todo esto es consecuencia del tipo de políticas que el Gobierno está obligado a desplegar para mantener la coalición que garantiza la estabilidad política. Hay tres mecanismos: importación de medicinas, comida, repuestos, etcétera, lo cual da acceso a un dólar controlado –a un precio muy bajo-, y genera oportunidad de hacer negocios colaterales. Esto es necesario mantenerlo para que los que son leales al Gobierno, lo sigan siendo; en segundo lugar, el contrabando de gasolina hacia Brasil y Colombia, que también involucra a sectores militares, donde esto se apoya en la desproporción de precio de la gasolina venezolana y los precios internacionales; y un tercer mecanismo basado en otros recursos de extracción, como la minería (oro y diamantes, verbigracia). Están siendo extraídos masivamente, sin ningún control.

Estos 3 mecanismos tienen importantes efectos inflacionarios, porque la cantidad de recursos que entran en bolívares inflan la demanda interna, la demanda agregada es sumamente alta, la masa monetaria es baja, por lo cual hay escasez de productos. Tenemos baja masa monetaria, mucha presión en la demanda, y muy poca oferta: los precios tienen que subir. No hay que ser economista. Es lógico. Esto no se cambia por razones políticas. Si se suprimieran estos 3 mecanismos el Gobierno caería. Aristóbulo Istúriz lo dijo: si se desmonta el control de cambio el Gobierno cae. Y eso es totalmente cierto.

La ex Fiscal, Luisa Ortega Díaz
La ex Fiscal, Luisa Ortega Díaz

-¿Cómo ve todo este escándalo con Luisa Ortega Díaz? ¿Qué debemos esperar de eso?

– Yo no quiero ser exageradamente pesimista, en el sentido de que no quiero negar por completo la posibilidad de una transición. No quiero negar, tampoco, que hay una cantidad de factores favorables: la reacción internacional, por ejemplo. Pero, también te quiero decir que no es el único caso, en que teniendo esa reacción internacional en contra, una situación económica absolutamente deteriorada, con un régimen comparable o similar el país se ha mantenido autoritario.

Son los casos de Cuba, Corea del Norte, y muchos otros más cercanos a Venezuela en su dinámica; porque la historia de Cuba tampoco es comparable con la de Venezuela. Pero sí es el caso de países como Nigeria, Egipto o Zimbabue, que tienen estructuras económicas un poco más parecidas a la venezolana, y también estructuras políticas, en el sentido de que ha habido oposiciones políticas más o menos organizadas. Este tipo de cosas, como la de Ortega Díaz, son incidentales. Ocurren muchas veces en este tipo de regímenes.

-Y luego alguien apaga ese fuego…

– Sí, bueno. De pronto, alguien disiente. Se opone al régimen, hace denuncias, se va al exterior. En algunos casos, incluso se han constituido gobiernos paralelos en el exilio. Y no. No ocurre el cambio. Es mentira que por el hecho de que Ortega Díaz está haciendo esas denuncias, el régimen de Maduro está a punto de perecer. No. Es una incidencia más, en toda una historia de autoritarismo, que es perfectamente comparable con Zimbabue. De hecho, yo creo que el caso al que más nos parecemos, salvo por el asunto petrolero, es al de Zimbabue. Si agregamos el petróleo, nos parecemos mucho a Nigeria.

-¿Cuál es su pronóstico en todo caso? ¿Tiene dos o tres escenarios sobre el escritorio? ¿Cómo ve las regionales y –eventualmente – unas presidenciales en medio de este contexto?

– Mira, yo no estoy muy seguro de que vaya a haber unas regionales. Si las hubiese, hay un mínimo de competitividad, y el fraude no es tan evidente, la mayoría de las gobernaciones terminará en manos de la oposición.

Pero entonces, hay dos asuntos a considerar. Esto ya no es Ciencia Política cuantitativa, sino más bien mi opinión personal, muy especulativa. En primer lugar, yo creo que un primer escenario es que, si hay un riesgo alto de que la oposición gane todas las gobernaciones o la mayoría de ellas, las elecciones no se van a llevar a cabo; un segundo escenario, si se llevan a cabo las elecciones, es altísimamente probable que no se reconozcan los resultados, sino que se anulen los mismos, e intervenga la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), para dejar en sus funciones al gobernador actual, mientras se realizan elecciones en el futuro, que habrá que ver cuándo se realizan; y un tercer escenario posible, es que realizándose todas las elecciones, y sin anularse la mayoría de ellas, puede pasar que las pocas que sobrevivan queden despojadas de sus funciones, como la AN, o sea, simples cascarones vacíos.

-¿Y las presidenciales?

– Yo dudo que el Gobierno haga elecciones presidenciales, si las puede perder…

-¿Perdimos la brújula completamente, es decir, el país perdió todo rumbo?

– Bueno, depende de lo que tú llames perder rumbo. Yo creo que el Gobierno está muy enrumbado hacia un régimen autoritario, y tiene su brújula enfocada hacia ese norte.

– Nunca fuimos un país moderno, pero en Venezuela se vivía, y la gente fue feliz. ¿Venezuela entró en una deriva siniestra de la cual ya es muy difícil salir?

– Sí. Yo creo que sí, al menos en el mediano plazo. No me atrevo a hacer una estimación en el largo plazo. Pero, en el mediano plazo no es posible revertir esta tendencia.

-Hay una especie de oscuridad que llegó a Venezuela para quedarse un rato largo…

Sí…
Alejandro Ramírez Morón

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