Venezuela en el 2018: Una apuesta por la Confianza

Il mandatario venezuelano biasima l’esecutivo spagnolo, e addita Rajoy, per aver incitato l’Europa a sanzionare i funzionari venezuelani, tra i quali c’è anche Diosdado Cabello
Il mandatario venezuelano biasima l’esecutivo spagnolo, e addita Rajoy, per aver incitato l’Europa a sanzionare i funzionari venezuelani, tra i quali c’è anche Diosdado Cabello
Presidente Maduro: una apuesta por la confianza.

 

Desde el primer programa “A tiempo”(1) trasmitido este año 2018, conducido por los Comunicadores Sociales Eduardo Rodríguez Giolitti y Sonsireé Luna Da Costa, está claro que han iniciado una campaña para exaltar la necesidad de elevar los niveles de confianza en Venezuela. Más acertado y necesario imposible. Y es que definitivamente la crisis generalizada que afecta al País radica y se fundamenta en esta especialísima sensación, y que a cada individuo le otorga el convencimiento de que cada semejante que tienen en sus manos una determinada responsabilidad, es capaz de ejecutarla a la perfección.

Visto así el problema no es complejo sino amplísimo, tanto que abarca cada centímetro cuadrado del espacio físico territorial de nuestro mapa nacional, aspecto por aspecto, sector de la vida nacional por sector, responsabilidad por responsabilidad, donde los actores de cada rol en específico son escrutados minuto a minuto por los demandantes de confianza para lograr el nivel deseado de seguridad y tranquilidad ante uno u otro elemento.

Es tan simple determinar esta carencia que cuando enfermamos depositamos nuestra confianza en un profesional de la salud que, tan solo con la titulación profesional tiene credenciales suficientes para ofrecer tan delicado servicio. Al momento de ir al mercado de alimentos y demás consumibles, lo interesados acuden al lugar donde no sólo le ofrecen mejor precio, sino que además puede satisfacer todos sus requerimientos y necesidades en cuanto variedad y calidad.

Si se trata de nuestros valores económicos acudimos ante la institución del ramo que, según las mediciones oficiales, se encuentre calificada dentro de las mejores. Igualmente podemos revisar los ámbitos de la educación de nuestros hijos, del mecánico que elegimos para reparar los frenos del vehículo, del abogado que va a reclamar nuestros Derechos, la persona contratada como nuestro trabajador residencial, el canal de televisión que vemos, la emisora de radio que escuchamos, el periódico que leemos, la contratación de nuestros empleados, la elección de nuestros socios en emprendimientos y hasta los acompañantes para un paseo vacacional merecen de nuestra total y absoluta confianza.

Todo lo anterior tiene un enfoque desde la acción individual que representa cada ciudadano y su grupo social más íntimo, pero incide en la crisis nacional general. Si movemos las referencias de nuestra óptica y ampliamos las dioptrías hasta abarcar el ámbito nacional todo lo anterior se magnifica y alcanza a los máximos niveles de la conducción de los destinos del País.

Demandamos confianza de quien nos gobierna, cuando los resultados de sus gestiones y maniobras tecnocráticas, arrojan los resultados esperados por los gobernados. En política los niveles de confianza se pueden obtener por medio de estudios de popularidad ya que desde los siglos en que se erigió la primera forma de gobierno, los pueblos depositaron su confianza en quienes los dirigían, independientemente de los mecanismos que fueran aplicados para instaurarse en el poder, en cualquiera de sus niveles y ramas, de forma directa o indirecta, de facto o por voluntad popular.

Cuando la ciudadanía percibe la gestión de gobierno de forma negativa, entonces las sensaciones se reversan y la confianza se transforma en desconfianza; la seguridad en inseguridad; la popularidad en rechazo. El calibre de la confianza lo mide el colectivo por los resultados obtenidos, independientemente de los medios a los cuales se acudieron para lograrlo.

Vamos con la historia más reciente:

Durante el mandato del Presidente Chávez (1999-2013) en muchos momentos de esa extensa línea del tiempo su popularidad se vino a menos. Entonces, gracias al inmenso caudal de dinero que ingresó al erario público en esos años, se diseñaron estrategias de gobierno que de manera efectista (más no efectiva) generaron rápidos resultados positivos para la población. Me refiero a la ola de “Misiones” que se crearon a partir del año 2004. Todo parecía funcionar a gusto del consumidor y la confianza parecía pétrea.

Cuando mermaron los ingresos nacionales por concepto de la producción y venta del petróleo a niveles que hacen insostenible el gasto (o la inversión) social, y que coincide en el tiempo con la llegada al poder del Presidente Nicolás Maduro, entonces la estrategia cambia, las “Misiones” menos visibles se dejan al abandono, se comienza a hablar de “Guerra Económica” y cada tres o cuatro meses se le presentan al “soberano” nuevas estrategias mágicas capaces de solventar todos los males. Pero nada funciona; los “motores” no terminan de arrancar cuando ya se funden. Viene una merma considerable en popularidad y lo que parecía un bloque de granito (la confianza), se transforma en arena de playa.

Entonces las promesas se diluyen en verborrea, mensajes por Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, YouTube y demás creaciones de las redes sociales por medio de las cuales los mandatarios de turno tratan de hacer llegar sus mensajes.

El ejemplo de los Presidentes Chávez y Maduro perfectamente se le pueden trasladar cual “papel carbón” a la Asamblea Nacional elegida en diciembre del 2015 con sus promesas mágicas incumplidas, a la Asamblea Nacional Constituyente del 2017, a los Gobernadores y Alcaldes recién electos entre octubre y diciembre del año pasado así como a los que acaban de entregar sus cargos, a los Rectores del Consejo Nacional Electoral, a los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al Fiscal General de la República, y todos y cada uno de los dirigentes que –con poder o no- representan las esperanzas y la voluntad de los diferentes sectores que hacen vida en nuestro País.

El fracaso de las gestiones genera males a la colectividad, lo cual desencadena una crisis de popularidad que trae como consecuencia desconfianza e inseguridad del administrado frente al gestor de turno.

Al flaquear la confianza en todo lo que nos rodea, la esperanza es víctima de un movimiento telúrico. El ambiente general es estéril de prosperidad, el desgobierno de hace presente en todos los sectores de la vida (económico, seguridad personal, salud, alimentación, educación, etc.) y pocos son los que se aventuran a tratar de sembrar en una tierra tan erosionada.

En el ambiente de desconcierto con que Venezuela recibe el año 2018 la visión presente y futura no es clara. La diáspora es propiciada por este tono grisáceo de las perspectivas; los jóvenes en etapa de formación, los nóveles emprendedores, los padres y madres de familia, los profesionales experimentados, los empresarios de todos los niveles y tamaños, el empleado calificado o no, el obrero o el artesano; todos esos diferentes segmentos de la fuerza productiva nacional, pertenezcan al nivel socio económico que sea, engrosan la lista de casi 4.000.000 de venezolanos que han decido marcharse. No solo emigran los burgueses.

El que no se ha decido ir, lo está pensando. El que no ha bajado sus “santamarías”, está sacando cuentas. La razón es sencilla: no hay manera de planificar ni proyectar la más mínima acción futura. Todo ello tiene una misma raíz: la desconfianza.

¿Qué hacer? La respuesta es una: elevar los niveles de confianza en todos los aspectos de la vida. Sin este elemento el Presidente Maduro no venderá un “Petro” ni a sí mismo.

¿Cómo hacerlo? Yo no tengo la clave y tampoco creo que la solución esté resumida en una sola. Los Países no fracasan ni desaparecen. Sus ciudadanos son los que establecen un mejor o peor orden y circunstancias. En definitiva las últimas palabras la tenemos todos. Levantar la confianza es tarea de todos.

Maurizio Cirrottola Russo

Abogado

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  • Programa de T.V. y Radio transmitido desde las 6:30 a.m., de lunes a viernes, por la emisora 90.3 FM de Unión Radio y el canal de televisión por suscripción IVC.