Humberto Prado: “El preso extranjero es el más discriminado”

Según el director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), las reclusas extranjeras pagan favores -como llamar a sus familiares- teniendo sexo con los funcionarios
Según el director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), las reclusas extranjeras pagan favores -como llamar a sus familiares- teniendo sexo con los funcionarios

CARACAS – El director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), Humberto Prado, no duda en recalcar su compromiso con los derechos humanos, incluso en las personas privadas de libertad. No cabe duda que es quizás la voz más calificada en Venezuela para hablar sobre este tema. No solo por el cargo que ostenta, sino por su vasta experiencia y el recorrido que lo ha llevado a conocer decenas de sistemas penitenciarios en el mundo.

El tema de los reclusos extranjeros en nuestro país es uno de los más sensibles, sobre todo, por la discriminación y la poca atención que reciben cada uno de los reos foráneos en nuestros centros de prisión. Prado recalca que la droga es el delito más común. Entre hombres y mujeres llegan a sumar algo más de 1600 reclusos (en su mayoría, de nacionalidad colombiana).

No menos de 36 países de cada rincón del planeta tienen representación en las cárceles distribuidas en nuestro territorio nacional. Aunque en su mayoría se trata de compatriotas colombianos, también los españoles, portugueses o dominicanos cuentan con una población relativamente numerosa en nuestras penitenciarías. No faltan presos de los lugares más recónditos como Rusia, Lituania o Sudáfrica.

Los más discriminados

Prado ratifica que casi todos los presos en Venezuela son discriminados; pero subraya que los extranjeros lo son más “los más discriminados”. Existe más de un caso en que ni siquiera se llegó a comunicar al consulado la nacionalidad del preso, de modo que el detenido pueda contar con el respaldo de su país.

– El funcionario – precisa – no avisa inmediatamente al respectivo consulado del reo, para que tenga la visita de algún representante que puedan asistirlo. En ocasiones, nosotros hemos tenido que avisar al consulado. Imagínate en una situación así a una muchacha o un muchacho que sólo hable alemán, italiano, lituano o ruso. El Estado – explica el activista – tiene la obligación, el deber de proporcionarle una persona que hable su mismo idioma para transmitir sus mensajes.

Prado asevera que uno de los ejemplos más recurrentes es lo que ocurre con las mujeres que hacen el papel de “mulas” (personas utilizadas para ingresar droga en el país).

– Muchas veces,  aunque no lo denuncian – afirma a la Voce -, sí lo dicen en entrevistas. Cualquier favor, cómo realizar una llamada a su familia, debe ser pagado con sexo.

Los primeros pasos de la detención, en algunos casos, pueden ser los más duros. Sin embargo, como ocurre con todos los reos comunes, la situación puede agravarse una vez dentro del penal que le sea asignado. Es una moneda al aire. Existen diferentes tipos de penales en Venezuela y la calidad de vida del privado de libertad puede cambiar drásticamente de uno a otro.

Humberto Prado califica al primer tipo de penal como de régimen militar, lo que el Estado llama régimen cerrado. Este tipo de penales llevan el calificativo de “El hombre nuevo” o “La mujer nueva”. Son lugares en los cuales colocan a las personas en formaciones militares y las obligan a realizar determinadas actividades. El experto expone que es algo ilegal, ya que los presos también son “sujetos de derecho”.

Completamente distintos son los penales abiertos, o, como los califica Prado, “privatizados porque están en manos de los pranes”. Sin duda alguna, estos son lugares mucho más beneficiosos para todos los presos, pero especialmente para los extranjeros. A diferencia de los penales cerrados donde los prisioneros nativos de otros países no tienen ningún tipo de ayudas, en los abiertos logran formar incluso lazos afectivos.

– Los familiares del nacional – nos cuenta el experto – llegan a hacerse incluso familiares del extranjero. Son ellos los que les llevan al menos un jugo de naranja, alimentos o vestimenta.

Prado menciona que en muchos casos los presos llegan a conocer su nueva pareja. De esta manera, tienen a alguien que se preocupe por ellos.

– Hay muchos que incluso se casan aquí – precisa -. En la cárcel se casan y por lo menos tienen quien lo visite.

Sin embargo, el Estado busca la forma de romper estos vínculos, restando calidad de vida al privado de libertad.

Como ejemplo de las acciones que aplican las autoridades para restringir las posibilidades de los presos, Prado menciona el caso del penal de La Planta. Este centro cuenta con unos 90 presos extranjeros.

– Muchos están casados y tienen incluso hasta hijos.

Están en desventaja porque conviven en un sistema con mayores dificultades, donde ya no pueden ser visitados ni recibir ropa o comida de sus allegados.

Extranjeros sin gobierno que los respalde

Humberto Prado hace especial énfasis en el trabajo que deben realizar los consulados. Es crítico con aquellos que no brindan la asistencia adecuada, en un sistema penitenciario en que la ayuda externa es vital.

Este tenaz defensor de los derechos de los presos. Nos hace un recuento de los países que ha visitado y de las cárceles que ha recorrido en cada uno de ellos. En su opinión, Venezuela es el único país en el que se somete de mala manera a los presos de otras nacionalidades. Es ahí donde puntualiza que el consulado debe estar al corriente de la situación. Asegura que existen muchos casos en los que el país reacciona “como si le diera pena”.

– Yo aprovecharía de hacerle un llamado a los consulados, con mucha educación y altura, pero de modo muy fuerte – dice el entrevistado, quien enumera las acciones que debería llevar a cabo un consulado para asistir al preso: brindar su número telefónico, tanto al recluso como a los funcionarios de la prisión; llevarles utensilios de alimentación y aseo personal; ser una conexión en la comunicación con los familiares.

– Los presos necesitan atención de sus gobiernos y sus familiares – enfatizó Prado -. Yo a veces participo en reuniones con los funcionarios extranjeros, y aprovecho para ayudar un poco en la mejora del trato a los extranjeros. Al funcionario le digo: usted tiene un preso en tal sitio. El reo lo tiene el Estado, pero si los funcionarios de su propio país de procedencia no lo visitan yo les digo: ‘Ustedes lo tienen que visitar’. Eso cae mal, pero hay que decirlo, porque si uno defiende los derechos humanos de estos reos extranjeros, no puede tener pena de decirlo.

Otro hecho recurrente que menciona el director del OVP, es lo que sucede cuando se da el caso en que el cónsul transmite una denuncia hecha por uno de sus presos. El ciclo de la información va del cónsul al embajador, quien a su vez le transmite la queja al canciller en alguna reunión. Del canciller llega finalmente esta queja a la ministra del Servicio Penitenciario, quien -según Prado- no se dedica a investigar lo que se le está haciendo saber.

Humberto Prado es un convencido defensor de los derechos humanos, y basta con recorrer las oficinas del OVP para verificar eso. ¿Por qué el énfasis en los derechos de los presos?

– Porque si usted no tiene visión de lo que son los derechos de un preso – concluye -, entonces nada más se va a dedicar a las relaciones comerciales del país, lo cual nunca debe estar por encima de los derechos humanos de sus prisioneros. Es la única forma de que respeten a un país, cuando reclaman los derechos hasta de sus propios preso.

Samuel Mora

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