Tras las huellas de Vittorio Sermonti (III)

Los lenguajes de Dante: Desde lo más llano a lo más alto del intelecto humano

Dedicado a nuestra María Grazia Sabino Calandra, quien en vida fue de mi hija Mariana: amiga, alma gemela y hermana y que, ahora desde el más puro de los Cielos la cuida porque se transformó en su Ángel de la Guarda.

Tercera y última entrega de este ensayo redactado para intentar comprender la simbología que la Divina Comedia (DC) nos enseña y el significado que nos indica. Un ensayo escrito como resultado de mi pasión por la DC. Tengo años abordando el personaje y su mensaje, y al momento que escribo este artículo puedo jactarme de haber leído al menos tres veces la DC completa en sus versos originales (hablo de los transcritos en la última edición que de la DC hizo Vittorio Sermonti en el año 2015), y debo confesar lo que el mismo VS nos indica cuando afirma que solo los especialistas pueden olvidar (o quizás fingen de olvidar) que este libro francamente divino se lee siempre por primera vez. Es así que léelo y reléelo, y nunca serás la misma idéntica persona que lo leyó la penúltima vez. Por más que uno recuerde, la memoria nos devela que no hemos logrado adquirir ese patrimonio, que en esta obra se esboza, una vez por todas, sino que sentimos siempre que es un interminable y arriesgadísimo campo de aventuras. Quizás esto que para todos nosotros es un “libro-mundo”, para cada uno de nosotros, dice VS, es un “libro-vida” y yo estoy totalmente de acuerdo con esa aseveración, es que Dante es una pasión, su poema sacro, su “Comedìa” es la vida misma.

Es que hasta ese título trae implícito toda una deliberación (dicho sea de paso la nombra solo dos veces más dentro de su obra (Infierno XVI,128 y XXI, 2). El termino deriva de las palabras “comos” es decir “pueblo” y “oda” de canto. Es decir, esto es un canto del pueblo. Como dice nuestro VS, el lenguaje utilizado es una mezcla de construcciones dulces al mejor estilo del “dolce stil novo” junto con las más ácidas alocuciones del hablar cotidiano, así como con las formas raras e inapetentes del lenguaje teológico; con los más exquisitos extractos del repertorio de sus clásicos latinos y de los poetas de Provenza y Francia; con el léxico seco de las ciencias naturales y de la ultimísima tecnología, como cuando utiliza un aparente anacronismo en los tercetos 13-18 del canto XXIV del Paraíso, usando el lenguaje técnico de los mecanismos de rotación del reloj que recién en el siglo XIV comenzó a difundirse en Occidente.

Participantes en el taller L’Inferno di Dante

Diálogos construidos con palabras del dialecto toscano, napolitano, siciliano, boloñés, provenzal y pare uno de contar. Es que Dante se había auto impuesto la altísima tarea de disciplinar las miles de jergas municipales y campesinas de Italia en una única lengua compartida, fluida y urbana, que tuviese la misma dignidad que el latín. Esa composición de múltiples tonos en la cual está dictada la DC, constituye un inagotable compendio lingüístico: Lengua del conocimiento y del canto. Lengua impura, erudita y popular que presta el mismo nivel de atención a lo visible como a lo invisible; tanto a las geometrías musicales como a las esferas celestes y a los mecanismos de un reloj mecánico; a un lagarto que atraviesa una calle como a los desvanecimientos provocados por un deseo; a la sonrisa furtiva de una dama tanto como a la corrupción de la Iglesia; a las técnicas del peculado y al cálculo de los ángeles; a las trampas del remordimiento y a la arquitectura de la luz; a la libertad moral, a las enfermedades de la piel, a los nombres de los cuerpos de agua, a la circulación monetaria, al dibujo voluble del vuelo de unos pájaros versus el crepúsculo y la soledad de Dios. Esta escandalosa lengua sin registro es un blasón de identidad y no solo para los nacidos en Italia. Es justamente ese idioma híbrido, culto y doméstico que confluyó en el florentino del 200-300 con su entramado de entonaciones y su potencia vocal de los cientos de dialectos de la península permitiendo alcanzar una cuota suprema de pensamiento y de enunciado poético que desbordó hace siete siglos atrás y donde continua a fundirse esa unidad espiritual de una nación llamada Italia.

Este hecho permite afirmar a VS que mientras en la península se pueda seguir comunicando los pensamientos altos y complejos, las percepciones impalpables, las emociones fuertes y sencillas en el idioma bautismal de la Comedia, no se podrá evadir el destino de ser y llamarse italianos. Agrego, afirmo y defiendo el hecho de ser también y ser llamados ¡ITÁLICOS!

Los registros utilizados por el Poeta Máximo para elaborar su Comedia, transitan desde el más bajo hasta el más alto. Cuando Dante-Peregrino se encuentra y reconoce a Virgilio a las faldas del dichoso monte, no duda en exclamar (Infierno I, 79-87):

—¡Oh! ¿Eres tú aquel Virgilio, aquella fuente que derrama tan ancho caudal de elocuencia? —le respondí ruboroso—. ¡Ah, honor y antorcha de los demás poetas! Válgame para contigo el prolongado estudio y el grande amor con que he leído y meditado tu obra. Tú eres mi maestro y mi autor predilecto, tú solo eres aquel de quien he imitado el bello estilo que me ha dado tanto honor.

Ese bello estilo que pronuncia fuerte el peregrino, es la manifestación del poeta que escribe para indicar el estilo ilustre de narración: alto, sublime; que exige extrema seriedad de pensamiento así como esplendor al versar; que se consagra solamente a los argumentos más elevados y difíciles. Máxima tragedia es precisamente la obra cumbre de Virgilio: la Eneida. Los otros dos estilos que en la época de Dante clasificaban la forma de narrar eran el elegíaco o bajo y el cómico o medio. Siendo el género cómico el que tiene un desenlace feliz, como de hecho lo es el sacro poema que termina con esa admirable visión: l’amor che move il sole e l’altre stelle (Paraíso XXXIII, 145)

Uno siente que en la medida que lee la DC, va transitando por todos esos estilos, y es así que al describir las vivencias en lo más bajo del Infierno, durante el tránsito por las llamadas “Malebolge” el canto cierra de manera hilarante y grotesca (XXI, 136-139) con uno de los endecasílabos de peor reputación de la DC:

A la izquierda tornaron diligentes,

haciendo al jefe, cual señal secreta,

un apretón de lengua con los dientes,

y el jefe de su culo hizo trompeta

Cuando nuestros peregrinos emergen del mundo oscuro para llegar a la playa del monte Purgatorio donde las almas se purifican y se hacen dignas de ascender al cielo (Purgatorio I, 4-6), uno ya se da cuenta que comienza a cambiar el estilo de narración. Para Vittorio Sermonti esta es la cántica más bella (aún compartiendo con las otras dos su originalidad así como la condición de ser inigualables). El mismo Dante Poeta así también nos lo confiesa (Purgatorio IX, 70-72):

Lector, bien ves que el tono he levantado

de mi asunto, y así, con mayor arte,

no extrañes lo mantenga reforzado

A lo largo de todo el canto, el Poeta-peregrino nos va invocando para que le mantengamos el paso y no desmayemos (Purgatorio X, 106-107). Un canto, como por el resto es toda la obra, llena de simbología y símbolos con múltiples significados como por ejemplo la del canto VI del Paraíso que con su vuelo, el Águila nos canta el camino recorrido por la providencia lo largo de la historia del ser humano y que hace perno en la resurrección y pasión de Cristo. Mientras que en el canto VII de la misma cántica se habla del misterio de la cruz, y se canta la promesa y esperanza de la resurrección de cada ser humano. Uno de los mejores ejemplos del simbolismo dantesco y que ha abierto el camino para innumerables teorías e hipótesis como por ejemplo la afiliación del poeta a la corriente laica de los templarios: “I Fedeli d’Amore”.

Es que de hecho, la tercera cántica es, si se quiere, la más comprometedora y cerebral de todas, lo reconoce el mismo Dante-Escriba de Dios (Paraíso X, 20-27): Ahora, lector, permanece tranquilo en tu asiento, meditando acerca de las cosas que aquí solamente se bosquejan, si quieres que te causen mayor deleite antes que tedio. Te he puesto delante el alimento; tómalo ya por ti mismo, porque el asunto de que escribo reclama para ti todos mis cuidados

Vittorio Sermonti, sin querer llegar a plantear que la cántica del Paraíso sea la alegoría de un curso completo de estudios universitarios, no deja de visualizar evidentes analogías sobre este aspecto, sugiriendo veladamente casi como invocando lo que el mismo Dante ya nos advertía en el Purgatorio (VIII, 19-21):

Busca, lector, sentido verdadero

a esta visión de velo transparente,

que es fácil traspasar por lo ligero.

VS para justificar esta posible presencia en la Sorbona de París, analiza el canto X del Paraíso, donde la corona de los beatos solares que allí se nombran pareciera ser una especie de Consejo Académico del ateneo parisino.

Es indudable que en la tercera cántica, y sobre todo en la medida que en ella se avanza, el estilo utilizado se eleva hasta niveles casi incomprensibles, extremadamente altos, y como lo afirma VS al analizar el canto XXVII, donde uno siente que esta levitando en la gloria con todos los beatos, junto a la mujer teologal (Beatriz) y con el mismo Escriba de Dios ya graduado de Doctor Apostólico sobre las alas del más dulce de los cantos litúrgicos, cuando sin previo aviso escribe este terceto (25-27) que nos deja perplejos: Mi cementerio se ha convertido en cloaca, llena de sangre y podredumbre…

Como recordándonos, que el Paraíso, sigue siendo técnicamente “cómico”, a pesar de que el mismo poeta lo bautice como Sacro (término reservado estrictamente para esta cántica). De hecho, en una correspondencia escrita en latín dirigida a Giovanni del Virgilio, rector de la Universidad de Boloña, quien le pedía un poema escrito en latín que sirviera para apaciguar los entusiasmos despertados por la nueva lengua vulgar, Dante no duda en evidenciarle su máxima complacencia por la “comica verba” del poema italiano que esta por culminar.

Dante, erudito y popular, Dante el más grande, poeta absoluto que nos da en la medida que le entregamos, mientras más a fondo lo leemos, más profundamente él nos lee. Escribió un libro que surca los siglos, a pesar de que la Divina Comedia, seguramente huele a Edad Media, de ese tiempo que nosotros llamamos antiguo (Paraíso XVII, 120), de esa historia y esas crónicas de su época. Pero es inútil que nos engañemos, nosotros a pesar de no ser contemporáneos de Dante, nos sentimos invocados por esa pasión política y severidad moral, porque Dante nos enseña que la pasión política es la más noble de las pasiones terrenas. Esa misma pasión con la que cientos de miles de personas la estudiaron, la siguen estudiando aún siete siglos después y que a pesar de ello se sigue discutiendo sobre las alegorías. Por ejemplo de la famosa loba de la cual él habla y que aún no ha quedado claro del todo quiénes son esos otros animales con los cuales se junta, si son vicios o personas pero sobre todo aquellos emblemas ocultos en la obscuridad deliberada como la de la verdadera y quizás única real profecía de nuestro máximo poeta: “Questi non ciberà terra né peltro,/ma sapienza, amore e virtute,/e sua nazion sarà tra feltro e feltro” (Infierno I, 103-105)

Es por esto que Dante seguirá viviendo mientras exista un ser humano que lo siga leyendo, aún cuando se tenga la certeza de no entenderlo todo. De hecho Vittorio Sermonti en su obra cumbre aspira solamente a orientarnos oteando en ese océano de poesía, de pasión y de pensamiento que es la “Comedía”, convencido que ningún marinero, navegando, jamás ha reducido la distancia con el horizonte así como nosotros nos daremos cuenta que la meta no será más que este viaje: el nuestro. Vittorio Sermonti, quizás el más grande estudioso contemporáneo de Dante que partió del plano terrenal en el 2016, nos dejó su precioso e invalorable legado bibliográfico para ayudarnos a adivinar cómo mantener el rumbo en nuestro propio viaje a la eternidad.

No hay mejor cierre para este artículo que las palabras de Don Sermonti, cuando afirma que la inextinguible grandeza de nuestro Máximo Poeta no está en lo que pueda decir alguien más de él, por mucho que se esmere en hacerlo bien, sino en lo que continua a decir Dante a quien ¡tenga ojos para leerlo y oídos para escucharlo!

Mariano Palazzo

@marianopalazzo


BIBLIOGRAFÍA

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