Stefania Di Leo: la poesía es vida

La poeta y traductora Stefania Di Leo

Stefania Di Leo es una poeta que navega entre el italiano, su lengua materna y el español, idioma que ama y con el cual expresa sus sentimientos más profundos. Docente, traductora, escritora, Di Leo es también presidente del ‘Circolo Letterario Napoletano’, entidad que organiza el Premio Internacional ‘Francisco de Aldana’ de Poesía en Lengua Castellana.

Admiramos mucho su poesía así que aprovechamos la oportunidad de conversar con ella sobre su proceso creativo.

 

¿Stefania, qué es para ti la poesía?

Para mí la poesía es una forma de arte que crea, se concibe como expresión artística de la belleza por medio de la palabra. Poesía es vida, es el movimiento de las hojas en el viento, es el aire, el mar, el cielo. Poesía es la existencia, el firmamento, es compromiso personal y social. Silenciosamente, la poesía se convierte en un arma desapercibida y nítida, en un instrumento multifacético y cambiante, por la mano ferviente del poeta, se convierte en su mismo alter ego. Poesía es la voz del individuo, de la conciencia humana, del pueblo, la voz del paria, del vencido, del ganador; la voz del alma, de lo inexpresable, la voz de oscuridad y la de luz, de la vida y de la muerte. Extraordinariamente, la poesía se convierte en una voz entre las voces, en grito unánime, en sueños, como diría Ungaretti, capaces de desgarrar el velo que oculta la conciencia más profunda, y arrancarlo, como si se descubriera la caja de Pandora.

 

¿Cuáles poetas de todas las épocas han calado en tu creación literaria, o bien te han influenciado?

Muy difícil contestar a esta pregunta porque amo la poesía de todos los tiempos, de todos los países, desde los clásicos a la poesía de las calles. Me encantan los versos escritos en los muros antiguos. Si tuviera que escoger sobresalen en mi lectura Eugenio Montale, Alda Merini, Mario Luzi, Dino Campana en Italia, Federico García Lorca y Antonio Colinas en España, y después Pessoa, Shakespeare, Baudelaire, Rimbaud, Neruda, Mallarmé etc.

 

¿Por qué crees que ser poeta hoy en día es un acto de valentía y, a veces, te hace sentir marginado? ¿Por qué la poesía no tiene tanto séquito como en el pasado?

El mundo ignora la poesía, pero la poesía sobrevive.

Ser poeta en el día de hoy, según ciertas modas ignorantes significa no producir. Estamos en una época de cambio y se está abandonando el significado de arte. En un mundo que, cuando no la rechaza, la ignora y la aísla, la poesía se ve obligada a verificar el significado de su propia supervivencia y la descubre en la verdad de su lenguaje. Creo se trate de cambio de tendencia y de gusto en nuestro siglo. Y no es una cuestión de calidad: los excelentes poetas no faltan hoy, pero tienen muy poco seguimiento, a diferencia de los muchos narradores mediocres. No me siento valiente por ser poeta ni marginada, vivo por, para y con poesía.

 

¿Está Stefania Di Leo más cercana a Dionisio o Apolo?

Me siento más cercana a Apolo porque amo todas las artes, la música la poesía, la pintura, la escultura, forman parte de mi universo cotidiano y tienen un marco común: la naturaleza. Para algunos Apolo sigue siendo el dios de la plenitud. Para mi representa en pocas palabras el símbolo de todas las artes, de la salvación, de una continua renovación de pensamientos y perspectivas.

 

Cuéntanos brevemente tu historial como poeta.

Empecé a escribir que tenía cuatro años, mi abuelo me leía los versos de Leopardi bajo un árbol de limones en nuestro jardín. Me fui enamorando del género, de sus sonidos y formas. Sentía que la poesía vivía en mi interior desde siempre y la música acompasaba mi alma.

 

¿Escribes en español, en italiano o en ambas lenguas?

Mis versos casi todos en castellano (aunque sea italiana) reflejan mi arraigo a España, donde viví bastantes años, y a ese idioma que siento mío, y vive en mis entrañas, en mis recuerdos, y a través de mis lecturas diarias. Mis primeras publicaciones fueron a los 15 años y de ahí sigue mi trayectoria poética, bastante rica, gracias a la que me considero llena de suerte. También escribo en italiano pero suelo traducirme del español. Eso pasa porque me identifico más con el idioma español, con sus costumbres, porque el sonido me lleva hacia una forma de catarsis y me llena de energía positiva, de felicidad, me envuelve en una atmosfera de ensueño.

 

Háblanos de tu labor como traductora.

Decidí traducir a muchos poetas contemporáneos y clásicos  a mi idioma por la facilidad que tengo de cautivar los sonidos en el aire. Traducir (del latín trans-ducu) significa transferir de uno al mayor número posible de rasgos semánticos relevantes para una situación dada la comunicación; la traducción siempre obliga a tomar decisiones y a resaltar, de una certeza el mensaje. En la traducción poética el traductor es un creador. La reticencia a aceptar el término traduttologia es el espía en Italia de un rechazo más serio y radical: lo que se puede concebir es la existencia de una ciencia de la traducción. Mientras que en Francia se habla abiertamente al menos desde 1963, cuando apareció Les problèmes téoriques de la traduction de George Mounin, un texto que pronto se convirtió en una especie de manual europeo, con sus innegables méritos, pero también con su concepción estrictamente estructuralista de la literatura. Creo que un traductor de poesía debe sentir la poesía y los sonidos adentro y por dentro. Así como afirmaba Italo Calvino traducir es la verdadera manera de leer un texto, de traducir lo que está escrito y lo que se sobrentiende. De hecho Jacques Derrida en Que- est ce la poésie afirma que poesía es un cuerpo verbal caracterizado por la sonoridad de la palabra, y su consistencia y matices a menudo no se pueden enmarcar en otro idioma. Traducir poesía según Chomsky sería prácticamente imposible, nada se puede modificar. Yo creo que en el caso del traductor poético se pueda recrear reinventar, pero sobre todo se deba sentir, y reescribir desde dentro.

 

¿Por qué escogiste vivir en Nápoles y ser profesora?

No fue una elección fue una casualidad. Vivir aquí es una labor bastante dura. La ciudad que adoro, vive un dualismo: por un lado un arte espectacular, por otro bastante gente que totalmente ignorante. Ser profesor por aquí es una tarea difícil y dura. Pero el clima, las iglesias preciosas, las costumbres y el corazón de los napolitanos hacen de esta ciudad un espectáculo único, un teatro precioso.

 

Finalmente deléitanos con un pedacito de uno de tus poemas.

Encantada por tu cuerpo, te miraba.

El Vesubio nos sepultaba

con el ardor de su voz.

Vagaban las horas en tu vientre,

mientras las llamas sorprendían Pompeya,

quebrando la calma.

Entre gritos, nuestros abrazos…

Nuestras almas se

deshacían en el viento,

mientras el volcán eructaba su delirio solitario.

Moríamos de amor

como rosas en el desierto

caminábamos hacia la oscuridad

donde todas las palabras se asemejan.

Es un poema dedicado a un fósil que los arqueólogos nombraron Los amantes de Pompeya, dos cuerpos se encontraron abrazados, tras la erupción del Vesubio. Creo se trate de una de las imágenes más bonitas de amor que he visto en la vida. Una obra de arte creada por desgracia por la naturaleza.

Alexander Anchía