Las grandes librerías que tuvo Venezuela

Libreria
Libreria Suma.

Por Arq. Ricardo Rodríguez Boades

 

Hace ya muchos años, la Gaceta de Caracas anunció la impresión y publicación del libro hasta ahora considerado el primero en Venezuela: “CALENDARIO MANUAL, y GUÍA UNIVERSAL DE FORASTEROS EN VENEZUELA”, impreso en Caracas en 1810, cuya autoría se le atribuye a Don Andrés Bello.

La publicación tenía el Almanaque de los doce meses del año, más las fiestas litúrgicas y las fechas memorables desde ese momento, así como muchos datos más de ayuda a los viajeros que nos visitaban, pero también para los propios habitantes de nuestra Venezuela.

La lectura de libros fue algo importante para los venezolanos, aunque muy pocos privilegiados podían leer, estos hacia tertulias en algunas casas y allí se leían los últimos textos llegados de Europa, ya que librerías como tal no existían, pero el hecho de leer en grupos, es una costumbre que se arraigó y dura hasta nuestros días.

Para finales del siglo XIX, algunas librerías comienzan a tener presencia como locales, estas tenían permiso para traer diferentes autores y publicaciones, una de ellas era fue LIBRERÍA FRANCESA de COLL & CA., ubicada en la avenida Sur 9 N° 9, en ella se vendían folletines y libros de costumbres francesas muy comunes en la época del presidente Guzmán Blanco, y otra fue la LIBRERÍA de PÁEZ PUMAR en la Av. Este N° 2 que tenía una variedad mayor de publicaciones.

Pero es a principios del siglo XX que los libros se convierten en un negocio lucrativo en Venezuela y es cuando aparecen librerías con gran prestigio, muchas de las cuales todavía existen como es el caso de la LIBRERÍA LAS NOVEDADES del señor Emilio Ramos, fundada en febrero de 1925 y ubicada de Ferrenquín a Cruz de Candelaria y aunque hay datos que la original era de la Sra Luisa la Rosa de Ramos, y fue fundada por 1915 ubicándose en pleno centro de Caracas, de Torres a Veroes.

En tiempos posteriores a la muerte del presidente Gómez, la lectura de libros se extendió por todos lados y aparecieron grandes librerías como lo fue la LIBRERÍA IBERO-AMERICANA ubicada de Bolsa a Padre Sierra, donde se encontraban libros de primerísima línea, además de ser editores del famoso DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE VENEZUELA, donde aparecían todos los datos de la época sobre Venezuela.

Asimismo, eran importadores exclusivos de la ENCICLOPEDIA ESPASA, colección que tenía el mayor compendio de información de la época y solo se podía conseguir allí.

Cuando Caracas se extiende hacia el este aparecen nuevas librerías como la LIBRERÍA SUMA en el Boulevard de Sabana Grande, que en sus mejores momentos desfilaron los mejores escritores de la época, y en las vitrinas de Suma se siguen viendo títulos únicos y exclusivos o la LIBRERÍA DEL ESTE que estaba ubicada en el edificio EASO de la avenida Francisco de Miranda, así también otras dos importantes y con muchos años en el país como fueron la LIBRERÍA LA FRANCE fundada en 1941 y especializada en libros y revistas francesas y EL LIBRO ITALIANO creada en 1950.

Así como EL PALACIO DEL LIBRO en los bloques del silencio, Otras importantes son LECTURA fundada en 1951 y LIBRERÍA LEA en los 60 en el Centro Comercial Mata de Coco, donde se encontraban libros y revistas nacionales e internacionales.

También estuvieron las famosas listas de útiles escolares de los diferentes colegios de la zona: recuerdo que cuando no se conseguía un libro de texto en otras librerías, alguien decía “en la LEA… lo encontrarás seguro”.

Así durante muchos años y más entrando en los años 70 y 80 los lugares de conversación y encuentro eran muchas de las famosas librerías, y algunos intelectuales de la época conversaban dentro de las librerías y algunos se dedicaban a leer a escondidas alguna revista de carros o Mecánica Popular, tiempos aquellos de tranquilidad donde todas estas librerías fueron iconos de nuestra ciudad.

Muchas de ellas han desaparecido y en algunos casos casi no se crean nuevas, pero como todo en la vida, son etapas, el internet y las redes sociales han ayudado a disminuir el gusto de los venezolanos por un buen libro y también por la visita a la librería, donde se podía pasar horas revisando su inventario.