Alejandro Sebastiani: “El destierro es también para los que se quedan”

CARACAS – Alejandro Sebastiani Verlezza ha presenciado desde siempre el ir y volver de sus parientes y amigos. Nacido en Caracas en una familia de inmigrantes (padre de Abruzzo y madre de Campania),  Sebastiani ha vivido esta circunstancia que forma parte de sus reflexiones y sentimientos volcados en versos en su  libro de poema “Partir”, editado por Oscar Todtmann editores y bautizado la semana pasada en la Poeteca, en Caracas, en medio de las notas del saxo de Víctor Cuica.

“El tema de la migración está escrito en el historia de la familia, de las idas y las vueltas. Creo que esa experiencia me marcó mucho, siempre había alguien en la casa que estaba de llegada o estaba por irse, cuando también me podía tocar a mi…”, señala Sebastiani.

“Paradógicamente yo he hecho toda mi vida aquí, he ido a Italia, para acá, para allá, pero toda mi vida emocional, afectiva, mi carrera, amigos, mi piso está aquí. Al mismo tiempo todos esos parientes que estamos evocando pertenecen también a esto. Es como un aquí y un allá”, matiza.

El poeta , ensayista y profesor de letras en la UCV aborda la temática como una experiencia existencial, más de allá del éxodo que padecen los venezolanos por la situación política y social, aunque no totalmente ajena a ello por ser parte de la vida actual.

“Cada uno de nosotros, está haciendo un viaje y está buscando un destino y eso no  es cosa de ir de vacaciones , sino enfrentarse a preguntas muy  fuertes, ¿yo estoy aquí por qué?,¿ a qué vine?, ¿qué me toca hacer a mí?, simbólicamente la poesía va buscando darle una rienda a eso sin ofrecer una respuesta clara o determinante, sino a través de metáforas, te lo va diciendo, fíjate que yo en algún momento digo partir ‘así sea solo en la sensación’”, explica.

El planteamiento lo amplía el ex Embajador de Italia, Silvio Mignano, en el prólogo de la obra: “El acto del movimiento,  el eterno partir humano, es la metáfora más poderosa y adecuada de la permanente modificación interior que se produce dentro de nosotros al ser espectadores de otro movimiento … el del tiempo.”

En 60 poemas, el autor desgrana la infinitud del movimiento en sus disimiles y variables dimensiones físicas, morales, cósmicas en toda forma de “partir”,  irse yéndose y de irse quedándose en un territorio.

Lo que queda es poesía

“El tema del viaje – agrega Sebastiani- siempre está presente de algún modo en lo que yo he escribo, si ves mi libro primero Postdata, Canción de la encrucijada, Derivas,  todos están hablándote del movimiento y del viaje. Siempre estoy metido en ese tema”.

Escrito y madurado tras varios años de reflexiones (“ un libro de poesía necesita por lo menos cinco años para llegar a su forma más o menos definitiva en mi humilde opinión”, acota), el libro fue entregado a la editorial en el año 2015.

“Allí empezó un proceso de valoración y mientras estuvo en la editorial, hice muchos cambios hasta último momento, porque es así. La poesía no es lo que tu escribes, es lo que tu quitas, lo que queda  de todo lo que tu quitas… y te quedan tres versos”, revela.

El destierro de los que se quedan

Aunque el texto no es hijo directo del éxodo que ha llevado a más de 4 millones de venezolanos a  migrar del país en búsqueda de una mejor vida; el hecho despierta obligadas consideraciones del autor.

”La escritura de este libro  coincide con una circunstancia histórica que es verdaderamente peliaguda, dramática, fuerte, y que tiene que ver no con la partida, el viaje, sino con que ahora los venezolanos son unos desplazados, gente que se va con por la frontera a pie, a la buena de Dios, a ver si sobreviven, es como si la palabra íntima, familiar, personal, que yo llevo a la poesía, coincide, con la publicación de todo lo que estamos viviendo”, indica.

Sebastiani con el poeta Rafael Cadenas.

Y aquí, en este destierro involucra a todos: “Me produce una tristeza e incertidumbre abismales que los venezolanos tengan que enfrentar experiencias tan rudas, salir del país a hacer  cualquier cosa,  vivir el destierro, pero al mismo tiempo el destierro también lo vivimos nosotros, los que estamos aquí, no es solo un destierro del que se va, sino los que decidimos estar aquí estamos en un destierro porque estamos desprovistos de nuestros  derechos fundamentales”.

Es un destierro particular porque nuestro país desde la fisionomía de las calles, hasta los símbolos  de la República, hasta la forma en que nos relacionamos con el pasado o el poder, con las instituciones, la vida cotidiana, cambió, se fue, estamos ante otra cosa que tenemos que ver como lo nombramos y allí es donde entra la poesía,¿ cómo le doy nombre, cuerpo en mí, a esto? y le digo esto  porque no sé cómo llamarlo”, destaca.

Yo me quedo aquí

Sebastiani, al igual que muchos venezolanos y más en su caso por tener doble nacionalidad, está inmerso en la situación del país y vive la disyuntiva de irse o quedarse: “Soy arte y parte totalmente” en la realidad actual.

“El libro es una respuesta simbólica a eso, sin duda, el libro no te va a decir vete del país o quédate, sino te invita a que explores dentro de ti, la experiencia del viaje, independientemente de la circunstancia política de hoy”, señala y apunta que ante esa interrogante, en lo personal, : “yo  me quedo aquí”

“Hasta que no haya otra  oportunidad  o pase algo distinto…. y si me iría, volvería. Las cosas mas importantes de mi vida han sido aquí. Toda mi  vida está armada, organizada, sostenida en función de Venezuela,  soy profesor en UCV, trabajo en una editorial venezolana  a pesar de todas las cosas, mi campo de trabajo, profesional afectivo, es aquí”, afirma aunque confiesa que  “si no tuviese algunas presencias benévolas que me tiraran los cabos de vez en cuando, yo sería un desplazado más, estaría recorriendo esas fronteras”.

Un alma doble

Como hijo de inmigrante, Sebastiani experimenta la condición de una doble nacionalidad, entendida como la doble pertenencia que permite  vivir con dos culturas, dos mentalidades, dos formas de ver la vida, algo que describe como “muy bello”.

“Creo que mi alma está  en los dos lugares sin lugar a dudas, pertenezco  a los dos lugares, no me puedo separar de uno sin estar en el otro, además crecí en un hogar italiano (…) estás en una casa hablando italiano dialecto, y das un pie fuera de casa y estás hablando español, vivir eso es una experiencia muy particular y muy bella”, manifiesta.

Se trata de una experiencia que, comenta, se extiende cuando viaja a la Italia de sus ancestros:  “Ir a Italia o volver a Italia y entrar en  casa y sentir que hay como una continuidad como si no te hubieses movido de un lugar a otro, sino de un cuarto a otro, es una cosa muy bella, yo siento eso cada vez que voy o que alguien me habla en italiano, revivo eso. No sé cómo llamarlo, hay que escribir una poesía sobre eso…”, desliza, pero eso es tema para otro cuento.

Roberto Romanelli

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