La palabra perdida: el desorden que impera en el Alfabeto

Piero Pelù en concierto con la banda de rock italiana: Litfiba.
Piero Pelù en concierto con la banda de rock italiana: Litfiba.

Por @aldosognando

 

Ahora mismo, mientras estas letras escribo, resuena en mis oídos la música y letra de un carismático cantautor italiano, Piero Pelù, junto a la banda de rock italiana: Litfiba. https://www.youtube.com/watch?v=XRn2tVP8kb4

Es así que me detengo a escuchar con atención lo que le decía a las 250.000 almas que esa noche estaban en Campovolo: “Dopo tanto barcollare, finalmente, eccoci qua, al concerto per chi crede, che dopo un disastro, un paese, una grande nazione, possa essere ricostruita con intelligenza, convizione, trasparenza e soprattutto senza… MAFIA!!! Tra i co….oni!!

En ese momento volví, una vez más, a recrear cada momento vivido en estos primeros siete meses del año 2019. Cuantas letras este año dieron vueltas por mi cabeza, letras que hasta esta fecha era emblemas, sinónimo de buen servicio y distinguidas por la calidad de su desempeño pero que ante nuestra realidad se hicieron añicos, desordenando el alfabeto de tal manera que ahora ya es imposible hilvanar un discurso coherente basado en el valor de la palabra dada. El desorden que impera en el alfabeto llega a niveles tan dramáticos que nuestra vida misma se ve convulsionada y completamente trastornada.

Sigue cantando Piero y me dejo llevar por lo que cuenta acerca de lo que es el vivir el ABC cotidiano, en medio de una jungla donde el hombre grueso se come al hombre pequeño, y de cómo los depredadores cambian a su conveniencia las reglas:

Giungla giungla che vita assurda… Sempre a correre o a farmi mangiare… Anche oggi per i predatori… Sarà una giornata di festa… Poi l’ABC è quotidiano… Cambia sempre le sue regole… Sopravvivere mimetizarsi… Tra mille trabocchetti… …Eh Barcollo Barcollo… Ho perso il mio controllo… In equilibrio sul rasoio… Io resisto fino in fondo… Ma Barcollo Barcollo… Oscillo sul mio mondo… Non m’arrendo e non crollo… Resto in sella fino in fondo… Pesce grosso mangia pesce piccolo… E’ la catena che alimenta la fame… Sono lo schiavo in evoluzione… Prima mi chiamavi terrone (già)… Io pago il prezzo e non c’è resto (no)… Quanto costa un grammo di libertà?… Di prender colpi e difenderci… Siamo i campioni del mondo… …Eh Barcollo Barcollo… Ho perso il mio controllo… In equilibrio sul rasoio… Io resisto fino in fondo… Bocca grossa mangia bocca piccola… Pesce grosso mangia pesce piccolo… Uomo grosso mangia uomo piccolo, piccolo… Voce grossa mangia voce piccola… Eh Barcollo Barcollo… Ho perso il mio controllo… In equilibrio sul rasoio… Io resisto fino in fondo… Ma Barcollo Barcollo… Oscillo sul mio mondo… Non mi arrendo e non crollo… Resto in sella fino in fondo…”

El valor de las letras escritas, el significado de la frase pronunciada, el compromiso del pensamiento elaborado, el sentido de lo justo y correcto que reside en nuestras almas hoy están extraviados, hoy están aislados y abandonados. Un hecho inconcebible, y bajo ningún aspecto, justificable; no pueden ellas, las letras y su noble linaje, ser víctimas del tenebroso viento que nos golpea y que amenaza hundirnos en la peor de las brutalidades, el analfabetismo social.

Letras como la D, la H y la L no pueden ser emblemas de incompetencia, al igual que sus compañeras de promoción: la E, la misma S y su prima T junto a la primeriza A y la ruidosa R. Muchos menos tolerable aún son las representantes oficiales, como la inocente I, la polémica P, la oscura O junto con la engreída E que señalan a sus compañeras de aprovechadoras de la necesidad social. Así se muevan a la vista de todos, o privadamente, todas ellas deberían desempeñar un rol estelar, deberían unir con sus encomiendas, surcando los cielos con sus alas, y con entregas a tiempo, voluntades y diversidades, para elevarnos y evitar emularse y arrastrarnos a todos a la barbarie, a las depravantes y degenerativas guerras intestinas, que la aspirante a aristócrata G junto con la irreverente e insolente J sostienen contra la enquistada M y su media hermana, la impopular N.

Debemos madurar, no podemos guabinear, nuestro verbo lo requiere, lo necesita, lo exige impotente. Somos cómplices silentes, testigos circunstanciales, victimas aleatorias de aquellos devotos que llamados a dar la cara precisamente por todas estas letras, como fervientes creyentes en ellas, se exponen y las defienden con palabras. Palabras originadas, y elaboradas, de aquellas mismas letras que conforman el alfabeto, sea por teléfono, por mensaje de texto, por correo electrónico, por una red social o un medio de comunicación audiovisual o incluso a través de un mostrador, sea este volador o simplemente repartidor.

Nuestra palabra ha perdido valor, ni siquiera existe el compromiso de lo escrito, sellado y firmado, es un papel garabateado en el momento, y sin juicio previo, que simplemente es soltado al voleo para que se lo lleve el viento, y con él su texto.

En esa vorágine que lo engulle todo, el mundo se voltea, y la regla ya no se ve al derecho sino al revés, la victima pasa a sentirse culpable por no haberse aferrado, o sencillamente no haber suficientemente escrutado los recovecos del abecedario social, para identificar aquella ancla a la cual amarrarse y evitar que la frase pronunciada fuese traicionada, y con ella la palabra. Un intento desesperado, una búsqueda obligada que hace la víctima en el desordenado alfabeto, para tratar de salvarse cuando no encuentra respuesta en un texto, autodenominado protector de los maltratados, salvador de los usurpados, liberador de los abusados, redentor de los atropellados.

La victima implora, grita, se arrodilla, suplica acciones que, en vez de ser un su derecho protegido, defendido, se convierte en instrumento para que la nobleza del inmolado, desamparado y vulnerable, asuma la responsabilidad, mientras que el victimario se regodea en su orgullo sin importarle que el fundamento comunicacional básico que sustenta todo discurso social se convierta en mentira

Una verborrea que se elabora a partir de mensajes usando aquellas letras, pero al usarlas de manera desordenada hace que las palabras proferidas se conviertan en palabras perdidas, hundiendo en el desconcierto a sus semejantes y sentando las bases para convertir el alfabeto en un cúmulo de símbolos e imágenes sin efecto.

La inutilidad se apodera de nuestro sistema comunicacional, el intelecto se apaga, las voluntades se abandonan, y el torbellino de una sociedad desorientada se hace norma, al punto que quien educa se degrada, y al usar su palabra lo confirma, como aquella famosa letra B del que dijo ser “buon calciatore”, y que hoy es la evidencia viva de la palabra traicionada y malherida.

Es difícil intentar escribirlo, es muy complicado tratar de expresarlo, es tan confuso que resulta oscuro el pretender describirlo, es un absurdo tan evidente que, por su misma evidencia, es literalmente imposible evidenciarlo y al tratar de racionalizarlo resulta carente, vacío de toda razón.

Sin voz, sin nadie que lo escuche, perdido en medio de la más densa niebla, extraviado en lo más profundo de una caverna, errante y vagabundo uno va caminando por las entrañas de la selva oscura, desorientado mientras siente que cae al fondo del abismo, buscando aquella fracción de luz para orientarse, tal como si fuera uno de esos mágicos seres de las fosas abisales, sintiendo el frio que penetra en los huesos, respirando el desamparo de estar solo y expuesto, la nulidad al sentirse arrastrado, observando como todo a su alrededor se desarma y despedaza.

La indignación hecha furia, la furia convertida en tristeza, la tristeza convertida en impotencia, la impotencia hecha Dolor, Horror y Locura epítetos que bien podrían juntarse al Estupor, Temor, Embotamiento, Ligereza, Amargura, Rabia y a estas la burlesca Jodedera y la frívola Guachafita junto a la Nauseabunda Malicia que se apodera del sistema y que se hace persona Burdamente y como se dirían en italiano “SCHifosamente”. Impotencia, Perdición, Oscuridad, Superficialidad, Torpeza, Estupidez y Lentitud son algunos de los epítetos que vienen a mi cabeza

Desde Caracas-Maracay-Valencia y Maiquetía envío por encomienda a Florencia-Génova-Ciudad de Panamá-Ámsterdam-Rímini, Roma y Buenos Aires un texto al viento, para que surque los cielos, basado en un italiano para que llegue a las estrellas, y no sigamos estrellados, para que la noche se haga día y reordenemos nuestro alfabeto, recobremos su sentido, su significado y que hoy, lamentablemente es palabra herida, palabra perdida.