Venezolanos en España empobrecidos por la pandemia

File di 'nuovi poveri' alle Caritas.
File di 'nuovi poveri' alle Caritas.

CARACAS – La crisis generada por la pandemia ha sacudido fuertemente a las comunidades de latinoamericanos en España, considerados los más frágiles en la escala social, y ahora muchos de ellos se encuentran inmersos en la pobreza y dependiendo del auxilio para sobrevivir.

Muchos venezolanos se encontraban en empleos temporales o informales, los latinos han perdido alrededor de 950.000 empleos.

Muchos de ellos, sobre todo en grandes ciudades, han visto la solución a la supervivencia en comedores sociales o diversos esquemas de reparto o compra subsidiada de alimentos.

Una realidad aún más complicada es para los que no tienen documentos legales y tampoco posibilidad de acceder a ayudas públicas, aunque gracias a la organización ciudadana han encontrado apoyo.

Lo complicado de la situación no es exclusivo de Madrid o las grandes ciudades españolas. En Guadalajara (centro), un templo evangélico con feligresía latina también se ha organizado para ayudar a personas que se han visto súbitamente sumidas en la necesidad, sean fieles o no.

El pastor Yovani Murcia, venezolano, coordina este grupo de ayuda a feligreses en situación de necesidad, que luego dio paso a personas ajenas a la congregación. Hasta ahora auxilian a unas quince familias.

“Muchos dependen de sus trabajos de cuidado de personas mayores, de logística”, explica. Y como consecuencia “de la brevedad de sus contratos”, muchos se quedaron sin empleos y no pueden pagar el alquiler o enviar remesas a sus familias, como lo venían haciendo.

Lo que más demandan estas personas son productos alimenticios, aunque también “ayuda para suministros y alquiler”, dijo.

Cáritas

Mientras tanto, en el economato de Cáritas las personas actúan como en un supermercado cualquiera, escogiendo los productos.

Cuando llenan sus carros para una compra semanal, acuden a una de las dos cajas, donde se identifican como miembros del programa de Cáritas, pagan la cuenta y se van.

Es un local pequeño donde solo puede entrar un cliente cuando sale otro, lo que inevitablemente genera colas en la calle.

Muchas personas, sobre todo mujeres, a veces se esconden tras capuchas, mascarillas y gafas de sol para no ser identificados por vergüenza.

Dimas Noguera director del establecimiento, explica que el proyecto procura pasar de la simple entrega de alimentos, a que las personas puedan “comprar de una forma diferente y más digna”.

“La demanda es muy superior a las posibilidades”, explica, antes de recordar que esto no es un supermercado, sino “un proyecto social”, pues las familias acuden desde ocho parroquias de la zona, dentro de un plan de acompañamiento.

El programa atiende a 230 familias y con “un esfuerzo” se ha ampliado a 250, pero es “un proyecto limitado”, subraya.

Señaló que “tuvimos escasez de productos básicos: como harina, arroz, azúcar leche o papel higiénico”, por lo que tuvieron que buscar alternativas de otros proveedores.

Esa coyuntura fue puntual y el economato está ahora surtido. Lo que no faltan estos días en Madrid, y en el resto de España, son personas empobrecidas y proyectos para apoyarles, en las necesidades más básicas.

 

 

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