Costante: “Mi foto es la manera de mostrar lo que nadie quiere ver”

CARACAS – Bajo un concepto de belleza algo distinto y que quizá para muchos no lo es, el trabajo fotográfico del ítalo venezolano Ernesto Costante muestra la dura realidad que nadie quiere ver y refleja el drama de una sociedad abandonada y olvidada, que como en Venezuela, puede repetirse en cualquier lugar del mundo.

Dedicado al documentalismo (y no al fotoperiodismo – aclara), este talentoso fotógrafo se ha abierto camino retratando un submundo muy duro y triste, con el que busca visibilizar lo que realmente ocurre pero no siempre se conoce, y trasmitir también el drama social que envuelve la vida de sus personajes.

Explicó que la fotografía documental lo flechó desde el primer momento, pues consiste en narrar una historia (cualquiera, porque todo es documentable) de forma pausada, sin tiempo y que se va desarrollando a largo plazo.

Costante en entrevista para La Voce d´Italia comentó que trabaja solo porque el documentalismo se presta para eso y es además un trabajo social que tiene que ver sobre la vulnerabilidad de la gente y darla a conocer, por ello, aclara siempre y para ganarse la confianza, que sus fotos no son para la prensa pues “lo más difícil no es tomar la foto, sino que te abran las puertas para hacerlo”.

Enfocado hoy en día en un trabajo vinculado con el tema social y con la gente abandona y olvidada por la sociedad, comentó que sus inicios en la fotografía tuvieron un lado menos oscuro y su gran aprendizaje en esta área fue a partir de un curso que realizó con Andrés Leighton, reconocido fotógrafo documental actualmente residenciado fuera del país.

“La fotografía empezó hace muchos años con mi papá, cuando de niño me la pasaba en el teatro y lo que me rodeaba durante los ensayos eran los fotógrafos y en particular Mario Abate, italiano por cierto, quien me mostró lo que era la fotografía en blanco y negro. De él aprendí mucho sobre el idioma fotográfico y acerca de los tonos que me nutrían dentro de las salas de teatro, donde las luces cenitales eran también en blanco y negro”.

Indicó que su conocimiento era empírico porque tenía una cámara en casa y lo hacía como hobby, pero siempre tuvo en la cabeza lo que era la magia de revelar, hasta que un día inició sus estudios en la academia de Roberto Mata, donde comenzó un largo camino de aprendizaje y de amistad, con la realización de muchos talleres pero aún sin definir realmente qué quería hacer a nivel fotográfico, hasta que se encontró con el documentalismo.

Recordar que ellos existen

Costante comentó que sin duda la fotografía es un espejo y reflejo de la vida de uno, como miedos, temores, obsesiones y de entender por qué a ti no. “Mi foto está llena de preguntas pero rara vez uno consigue respuestas y es un gran laberinto de cosas que estéticamente me apasionan y aunque sean imágenes muy  duras, trato de hacerlas siempre con un grado de estética”.

Explicó que muestra lo que pasa para recordar que esa gente existe, porque cuando se ve cómo vive un niño en un hospital, nos cambia la vida y aunque evita ligar sus fotos con el morbo y el fotoperiodismo, procura mostrar los sentimientos más allá del niño enfermo, porque es también trasmitir el drama que enfrentan los padres sin dinero para curarlo. “Este trabajo obviamente debe tener unas pausas porque si no empiezas a proyectarlo en tu vida personal y te afecta”.

Dijo que cuando llegó la fotografía digital se sintió un poco perdido porque lo suyo era la película y el revelado y decidió colgar la cámara por un tiempo. Así pasaron 10 años hasta que se reencontró con su amigo Gabriel Osorio e iniciaron un proyecto para Funda Hígado y la historia de los trasplantes en el país.

“Hicimos un trabajo documental que duró 2 años a una niña que necesitaba ser trasplantada en Carúpano y aún sigo su caso, lo que nos permitió incursionar  en el área de salud y trabajar para el encarte “Salud al Día” que publicaba el diario el Nacional”.

Meterse en el tema de salud infantil derivó en otra realidad, como la gente que no tiene recursos para enfrentar en cáncer de sus hijos. Eso a su vez lo llevó al piso 9 del Hospital Clínico de Caracas (pediatría) en donde lleva 3 años trabajando con las historias de los pequeños enfermos “tal vez mi trabajo no es muy esperanzador y no lo pretendo juzgar, solo documento lo que veo y cómo lo veo”.

Con otros trabajos en paralelo donde combina lo comercial e incluso lo estéticamente perfecto, como demanda el portal Prodavinci, tuvo la oportunidad de involucrarse con el proyecto Panabus, mediante el cual se buscaba rescatar y ayudar a indigentes que se encontraban en las calles de Caracas.

Lo más difícil: la confianza

“A raíz de esto empecé a conocer a gente de calle y me di cuenta que muchos eran adictos a la heroína, algo más recurrente de lo pensado y que era muy difícil visualizar. Tocó irme ganando su confianza hasta que un día conseguí una prostituta que me dejó fotografiarla, eso me abrió las puertas y así comenzó otra etapa que me mantuvo por meses trabajando pero que ahora tuve que parar porque les perdí el rastro”.

 

Para este caraqueño ha sido un trabajo duro de dos años que tal vez quede inconcluso por la situación en que cae el adicto, y aunque empezó a relatar otras historias a través de amigos de la joven retratada, aún le falta documentar un eslabón que es el más complicado y delicado, y que lo lleva al tráfico de drogas, algo imposible de documentar.

“Mi trabajo es triste y bonito no es, siempre está asociado a las emociones, a las texturas, al tratamiento de luces y sombras donde no hay temperatura de color y donde siempre hay algo que descubrir que no aparece, sino que imaginamos”, éste puede verse en su Instagram @ernestophoto donde coloca y comenta algunas de sus imágenes.

Comentó que “la fotografía es una especie de cable a tierra que le recuerda que hay personas olvidadas por la sociedad que necesitan ser escuchadas” y aunque sin saber cuándo, está seguro que en algún momento su trabajo y el de muchos otros documentalistas, serán mostrados y tendrán alguna utilidad, como ocurrió con el realizado para Funda Hígado que logró recabar fondos, tejer una red y desarrollar campañas de apoyo para los trasplantados de hígado.

Reconoce que sus fotos no son para exponerlas en una galería, pues pueden generar rechazo y una mezcla de sentimientos, al tiempo que lamentó que de su archivo el 80%  de los niños que ha fotografiado ya no están.

Sin terminar de saber para qué, pero consciente que todo lo ha llevado a eso, afirmó que en ocasiones puede deprimirse, pero por otro lado, cuando está haciendo las fotos, se salva. ”Mi catarsis es la misma fotografía porque es todo”.

“Es una incongruencia, es un pulso con lo que eres y llevas por dentro y la fotografía es para entender esos dos puntos”, alegó.

Sin embargo, reiteró que el documentalismo no es sólo para narrar historias sociales duras y desgarradoras, sino que también pueden reflejar imágenes inspiradoras, alegres y temas motivadores.

“Mi foto es la manera de mostrar lo que nadie quiere ver y es mi manera de decir las cosas y mientras tenga esa pasión, lo haré”.

Amante de los fogones

Ernesto Costante, quien es hijo del destacado dramaturgo italiano Antonio Costante y lleva en sus venas el arte, tiene entre sus otras pasiones la cocina, también considera todo un arte.

Sus estudios de cocina los cursó en Caracas junto al reconocido Chef Sumito Estévez, con quien trabajó por algunos años, hasta que se independizó y montó junto a su esposa una empresa de catering, negocio que cerró debido a las dificultases de los últimos años para conseguir comida en el país.

Durante más de doce años contó con negocios dedicados a la venta de juguetes educativos, pero la complicaciones por el control cambiario obligaron su cierre, junto a un alto porcentajes de comercios en toda Venezuela.

Desarrolló también junto a dos socios el proyecto de “Cubo Siete” que consistió en la enseñanza fotográfica y en mostrar lo que se hacía en el país, pero duró apenas 3 años porque era un negocio poco sustentable, por lo que decidieron dejarlo y tiempo después, el mismo espacio lo ocupó el fotógrafo Roberto Mata, quien lo mantiene actualmente  como escuela en la Hacienda la Trinidad en Caracas y donde Costante dicta algunos cursos especializados.

El escape

Costante es de la idea que un fotógrafo debe nutrirse para poder reflejar su trabajo y no hay sitio más rico en imágenes que la literatura, por ello recomienda a sus alumnos más que ver libros de fotos, donde se corre además el riego de imitar, leer porque en los textos está todo y la mente crea y juega con la imaginación.

En su caso prefiere la literatura norteamericana y rusa, novelas quizás un poco oscuras, pero es que cuando sale hacer fotos y regresa, siente que todo es muy desolador y esos temas son los que lo lleva a aterrizar para luego aguantarlo.

Confesó a la Voce d´Italia que el estar encerrado sin poder salir debido al confinamiento por el Covid-19, ha resultado desesperante por no poder saber qué está pasando con toda esa gente que ha retratado, adictos, enfermos, pues queda la duda de saber si luego de todos estos meses, aún están vivos.

Indicó que saldrá una vez estén dadas las condiciones y buscará las mismas historias y cómo han evolucionado después de esta pandemia, porque lo importante es qué decir con tu trabajo, no sólo mostrar una buena foto, sino contar una buena historia a través de la fotografía.

“Lo que quisiera para mi proyecto final es que después de tanto tiempo mis fotos sirvan para algo y llegar a un momento en el que no tener nada más que decir y no ver más niños en el hospital”.

Para concluir comentó que aunque su padre es una región del sur cerca de Potenza y su madre era del Piemonte en el norte, su vínculo con Italia es por turismo, pero hay dos cosas que le gustará hacer, una de ellas es hacer algún curso de fotografía con su ídolo Alex Maioli y lo otro, retirarse a un pueblito y tener su bicicleta.

“Creo que con este tipo de fotografía llegaré a un final y sentiré que cumplí con ese mundo que nadie quiere que exista (…) cada vez que veo lo que hago, voy entendiendo la escala de mi vida, y entre ellas muchas cosas que reflexionar y objetar, como la fe y dónde está Dios”.

Letizia Buttarello Lavarte

 

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