La gripe de 1918 en Caracas

Epidemia de gripe española en Venezuela en 1918.
Epidemia de gripe española en Venezuela en 1918.

Arq. Ricardo Rodríguez Boades

La gripe de 1918 llegó durante los primeros días de noviembre… empezaron unos casos aquí, otros allá, hasta que la ciudad quedó sumida en un manto de muerte… así la describe dramáticamente Rafael Pocaterra en su libro “Memoria de un venezolano en la decadencia” el cual volví a releer después de muchos años.

La gripe había llegado a Venezuela por la puerta grande, La Guaira, tal vez un niño o un pasajero con un simple constipado y después uno, dos, diez, cien y luego miles, sobre una ciudad que todavía recordaba otras epidemias sufridas, como la de gripe en 1830 o la cólera en 1855.

Pero volviendo a esa pandemia o gripe del año 18, nos damos cuenta de muchas similitudes con lo que hoy 100 años, después estamos viviendo. Hechos tristes o heroicos se suscitaban y algunas historias hoy día se conservan en los textos de Pocaterra.

 

El primer caso en nuestra ciudad capital se presentó en el hospital Vargas, y aún en ese momento no se le dio importancia al hecho, en Caracas la vida continuaba de manera normal, reuniones familiares y hasta agasajos a personalidades extranjeras por parte del gobierno, se hacían sin pensar que algo estaba sucediendo en la urbe.

Pero en esos primeros días de noviembre, la ciudad se fue convirtiendo en un gran hospital, tanto así que el gobierno del presidente Gómez, ordenó un crédito de medio millón de bolívares, para las juntas de socorro que se habían creado, y allí en carácter compasivo del caraqueño que comenzó a crear suscripciones públicas, para que juntas y comités de las parroquias, aportaran medicinas y ayudas. Hasta el Papa Benedicto XV envió un donativo a Venezuela.

Pero la pandemia seguía su paso inexorable, las muertes eran por miles, y las banderas blancas en las ventanas de las casas mostraban lo que sucedía dentro de ellas, pero siempre había hechos épicos que resaltaban ante la tristeza, como los estudiantes universitarios que junto con la Cruz Roja, se reunían en su sede en Quebrada Honda para responder ante la vida o la muerte, pues era una juventud que sin importar que venían de diferentes cunas, se unían para visitar los distintos lugares de la ciudad y brindar una pequeña luz de esperanza.

Entre tanto, la gripe y la angustia iban en aumento así como el número de muertos.

Se prohibieron las visitas al Cementerio, salvo los acompañantes de los entierros. Se cerraron escuelas y colegios, teatros y demás sitios de reunión, y el Arzobispo de Caracas, Monseñor Felipe Rincón, ordenó la penosa medida de cerrar los templos.

La fiesta de Todos los Santos y la Conmemoración de los fieles Difuntos se no se cumplieron. Ya que no era posible cumplir las prácticas religiosas tradicionales, al tiempo que recomendaba a todos los fieles unirse desde lejos a los oficios, cuando escuchasen el sonido de las campanas.

Las estadísticas se perdieron y era difícil hacerlas ya que muchos estaban en sus casas, pero se calcula que de una población de Caracas para aquellos días aproximada de 200.000 habitantes, al menos 60.000 caraqueños estaban enfermos y que por lo menos 75.000 habían sido víctimas de la enfermedad.

Pero como después de la tormenta viene la calma, triste, al fin la epidemia comenzó a disminuir y las banderas blancas de las casas desaparecieron. La ciudad despertaba poco a poco de la pesadilla y retornaba a su normalidad. Abrieron las farmacias, coches y tranvías comenzaron a circular y todo quedó como un mal recuerdo, que hoy día 100 años después, estamos viviendo en todo el mundo, y hasta repitiéndose muchas cosas ocurridas durante aquellos años.

Todavía en estos días que escribo estas líneas, la pandemia sigue cobrando un precio alto de vidas, padres, tíos, abuelos, y amigos de nuestra vida, que recordaremos con cariño. Esperemos que dentro de 100 años no haya que volver a reescribir la historia y que la pandemia actual, sólo sea un recuerdo lejano… dicen que quien no conoce la historia, está condenado a repetir los mismos errores.

Lascia un commento