Una cita con la democracia

Otra vez. Los venezolanos, todos nosotros, hemos sido llamados a expresarnos.  Decimos, a decidir. Mas, nuestro voto, en esta oportunidad, no será para escoger a un Presidente, a un diputado, a un gobernador, a un alcalde o a un concejal. Nuestra responsabilidad será aún mayor. Hemos sido llamados a decidir sobre si queremos cambiar o no nuestra Constitución. En fin, a aceptar o no la “postulación ad infinitum” del Presidente de la República y de los demás cargos electivos; postulación, esta, que los detractores del jefe de Estado consideran un eufemismo para indicar la “reelección indefinida”.


Sólo hay dos opciones: “sí” o “no”. Y esto, lejos de hacerlo más simple, torna todo más complicado. Será blanco o negro. Nada de matices, nada de grises. Tan sólo, “sí” o “no”. Con la primera, estaríamos avalando los deseos del Presidente de la República, quien quizo con fuerza este referendo. Como afirmó el Jefe de Estado en repetidas oportunidades, la opción del “sí” le permitiría seguir al frente de este cambio político, económico y social que comenzó hace 10 años; de esta “revolución” que se gestó en los cuarteles del País. Con la segunda opción, en cambio, se estaría negando al Presidente de la República, y no sólo a él, la posibilidad de seguir con las riendas del País por tiempo indefinido. Para decirlo con palabras de quienes se oponen al Jefe de Estado, y a su propuesta, se estaría asegurando la alternabilidad en el poder y, al mismo tiempo,   evitando lo que han  bautizado con el nombre de “Cesarismo Democrático” –  Vallenilla Lanz  dixit -.


Poder decidir es una manifestación de democracia y de libertad. Democracia y libertad que se defienden y se protegen a través de la participación; participación que se traduce en responsabilidad. Y esta, al fin, es la esencia de una democracia madura.


Todos estamos llamados a expresarnos. También nosotros quienes nunca hemos sido espectadores sino actores de esta realidad política, económica, social y cultural. No importa la opción por la cual, al final, nos inclinaremos. Lo es, en cambio, no permitir que otros decidan por nosotros. Decimos, tener el valor de tomar una bandera y defenderla.