Candidato a la presidencia por la lista N. 1, Villino: “Tenemos que rescatar nuestro Centro Italiano Venezolano”

CARACAS – ¿Problemas, dificultades? Muchos, nadie lo niega. ¿Cómo podría? Es suficiente charlar con quienes frecuentan el Centro Italiano Venezolano a diario. Por ejemplo, con los padres de los jóvenes que entrenan en las canchas de fútbol o en las de arcilla de tenis, en el recinto de la gimnasia o en las piletas de la natación. O, también, con los ‘habitué’. Decimos, con los que gustan de saborear un buen ‘expresso’ o un ‘con leche’ y de hablar de lo ‘humano y lo divino’ o de disfrutar de un partido a ‘boccette, de ‘dominó’ o, simplemente, de cartas

Problemas, decíamos, en el Centro Italiano Venezolano, los hay. Y de sobra. Algunos parecieran ser producto de la indiferencia – ¿o tal vez será incapacidad? – de Juntas Directivas anteriores. Otros, en cambio, son reflejos de la coyuntura por la que atraviesa el País.

Los accionistas del Centro Italiano Venezolano son llamados, ahora, a escoger entre dos candidatos, y sus respectivas listas.  Carlo Villino es uno de los aspirantes a la presidencia del ‘ítalo’, como todos llaman con cariño al Centro Italiano-Venezolano. Llegamos a su oficina en una tarde soleada. Afuera el aire está impregnado de un fuerte olor a café torrefacto que nos llega de la cercana fábrica San Antonio, una marca que ha acompañado por décadas las mañana de nuestros padres y nuestros despertares. Adentro, en cambio, se respira una calma apacible rota, muy de vez en cuando, por el ronquido sordo de alguna máquina de la fábrica.

– ¿Qué ha sido, qué es y qué debería ser en el futuro nuestro Centro Italiano Venezolano?

– Tal vez, el espíritu de lo que fue es lo que debería ser – nos dice Villino -. Frecuento el ‘ítalo’ desde hace cuarenta años. Fue ahí que conocí a mi esposa. Mi padre tuvo la oportunidad y, dicho sea de paso, la brillante idea de adquirir una acción. Mi hermano y yo crecimos en esas instalaciones. Recuerdo que, en aquella época, sólo había el edificio sede, un pequeño parque y las canchas de bochas.

Comenta que el ‘ítalo’ ha ido creciendo paulatinamente y, “en la medida en que fue creciendo se ha ido haciendo menos divertido y entretenido”. En otras palabras, a través de los años,  “se hizo muy poco para los jóvenes”.

– Tenemos que rescatar nuestro Centro Italiano Venezolano – expresa -. Hay que ir recuperando su infraestructura. Existen áreas con muchísimas oportunidades de mejoras. Por ejemplos, las bochas y el Edificio B. Se están deteriorando a causa de la humedad. Además, tenemos un problema que amerita una pronta actuación. Me refiero al agua, que escasea, y a las piscinas Olímpica y de Saltos Ornamentales.

Duda por un momento, luego nos dice que “tal vez, sea ese un problema de vieja data que se venía arrastrando desde hace tiempo hasta que explotó”. Mas, no es el único. Y pone el dedo en la llaga.

– Tampoco hay agua en el tenis. Se construyó una nueva estructura y no se pensó en el agua. Es posible que en el proyecto se haya tomado en cuenta; pero no en su realización final.

Nos cuenta que cuando se sugirió la idea de confeccionar una lista para optar a la presidencia del ‘ítalo’ se planteó la pregunta: ¿cuál es el club al que aspiramos? Fue entonces cuando se comenzó a diseñar una estrategia a corto plazo.

– Pensamos en nuestro club como en una empresa de servicios a la cual una consultoría iba a diseñar un proyecto – nos explica -. Y el proyecto indicaría el rumbo a seguir. Los estatutos, por su parte, nos señalarían la misión.

Y nos lee el contenido de un folleto. Tal vez, uno de los que han circulado en estos días en el Centro Italiano Venezolano:

– Queremos ser reconocidos como alternativa recreacional, deportiva, cultural y de interacción social para brindar calidad de vida y bienestar a la familias ítalo-venezolanas. con profundo apego a nuestros valores e identidad de orígen.

Continúa:

– Los objetivos generales son diez. Representan el punto de partida para identificar una metodología: la del mando integral. Se manejan cuatro perspectivas: la financiera, la del socio, la de los procesos internos y la de los recursos. En cada perspectiva fuimos poniendo los objetivos de cada área que, en nuestra opinión, son relevantes… merecen nuestra atención una vez ganadas las elecciones.

– ¿Cuáles son los objetivos principales? ¿Cómo alcanzarlos?

– En primer lugar – contesta  de inmediato -, tratar de recuperar el techo de las bochas y el viejo Edificio Sede. Luego ejecutar el mantenimiento preventivo y correctivo. En fin, una especie de “apagafuego” inmediato para que, cuando hayan transcurrido los dos años,  se tenga un manual de mantenimiento y quienes siga después de nosotros sepan que hay que hacer. En pocas palabras, se trata de manejar el Club como si fuera una empresa. Si sabemos que un conducto ha sido diseñado para durar 30 años, cuando llegue a los 29 años deberíamos comenzar a pensar en  cómo cambiarlo.

Expresa categórico que “existe una obligación con los jóvenes”. Nos dice:

– Hicimos reuniones muy interesantes con los jóvenes. De ellas salieron ideas muy interesantes. No quieren sólo fiestas.

 

Delincuencia y criminalidad

 

Delincuencia, criminalidad. Nos preocupa a todos. Hasta ayer pensábamos que dentro de los muros del Centro Italiano Venezolano podíamos estar seguros. Y olvidarnos, aunque sólo por pocas horas, de las angustias de vivir en una ciudad cada vez más violenta No obstante, la realidad es otra.  Por eso, cambiamos tema de conversación. Y nos enfocamos en el de la seguridad.

– ¿Qué hacer? ¿Qué planes, ídeas tienen para mejorar la seguridad del Centro Italiano Venezolano? Por ejemplo, en los últimos meses se ha tomado la decisión de cercar cada área del club. ¿Consideran que esa es una solución?

– ES lo que se está haciendo. Es un criterio… – nos dice.

– Sin duda alguna. Pero, ¿cuál es su planteamiento? ¿Qué proponen?

La respuesta, en esta oportunidad, no llega de inmediato. Villino se toma su tiempo. Finalmente, explica:

– Hemos tenido reuniones con gente experta, conocedora de la materia. En primer lugar, nos aconsejaron sembrar un tipo particular de vegetación alrededor del Centro Italiano Venezolano,  en especial en las áreas periféricas. Este tipo de matas garantizarían cierta seguridad sin tantas rejas.

Afirma que todos los socios pretenden dejar sus carros en el estacionamiento al frente del edificio sede. La razón, en opinión de Villino, “es aparentemente muy simple: hay miedo en dejar el carro en el estacionamiento Carlo Heny”. El temor, ser víctimas de robos.

– Se nos aconsejó – precisa – seguir poniendo cámaras. Y en el largo plazo es lo que se hará. Ahora –  continúa – tenemos otro problema: se aprobó un nuevo presupuesto. Sin embargo, de no aprobarse un incremento en las cuotas de mantenimiento no podrá ejecutarse.

– Un buen gerente – hacemos notar – no es el que reúne a los accionistas de la empresa y simplemente pide un aumento de capital para cubrir los gastos. Un buen gerente es aquel que con mucha imaginación logra cuadras el presupuesto. En fin, no está  muy lejos de ser lo que haría un buen padre de familia: no sólo  busca llegar al final del mes con su sueldo sino que también trata de ahorrar para las emergencias.

– Totalmente de acuerdo – nos dice. Sin embargo, añade:

– Este es un tema muy delicado. Fíjate. Ya en diciembre había un exceso de egresos sobre los ingresos. Además, se firmó un nuevo contrato colectivo que necesariamente hay que honrar. El nuevo presupuesto sólo alcanza para pagar la nómina, los gastos ordinarios. No están previstos los festejos por los 50 años del ‘italo’ y tampoco los del festival de teatro.

Sonrie y añade:

– En fin, tendremos que ser lo suficientemente creativos en la búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento. Ya hay experiencia aisladas muy interesantes. No obstante, carecemos de un plan global. Por ejemplo, de un plan global de vallas.

Nos dice que habrá que “aprovechar todas las experiencias para recaudar lo necesario para las mejoras del club”.

Jubilados y pensionados. Son la última pieza del engranaje. A veces, en el ‘ítalo’, se toman decisiones sin pensar en ellos. Y al final, un incremento por acá y una cuota especial por allá, se ven forzados a renunciar a aquel café con los amigos que les alegra las tardes; a esa compañía que les permite olvidar, por pocas horas, las amarguras del día a día.

– Han estudiados alternativas para evitar que, por los incrementos en las mensualidades o el establecimiento de cuotas especiales, los más ancianos, los que viven tan sólo de la pensión, tengan que renunciar a ser propietarios de una acción del Centro Italianio Venezolano y, en consecuencia, a su vida social?

– Tenemos algunas ideas – confiesa – No las hemos expuesto aún porque consideramos pertinente hacer una consulta , hablar con los expertos. Tal vez sea necesario modificar los estatutos. Se trata, en síntesis, de una nueva figura que podríamos llamar “socio honorario”. Se le pudiera entregar a los accionistas pensionados, que carecen de recursos para pagar las mensualidades, un carnet especial para que pueda seguir disfrutando del club. Tal vez esto pueda hacerse a través de Fundaciv.

Para concluir, Villino toca el tema de los descapacitados.

– Estamos en mora con nuestros discapacitados. Nadie se imagina lo que debe vivir  un señor en una silla de ruedas cuando, por cualquier razón, el ascensor deja de funcionar. En nuestro club afortunadamente no hay muchos discapacitados. No obstante, creo que deberíamos facilitarle la vida. Además, hay una población de juventud prolongada que crece y que, más temprano que tarde, tendremos que tomar en cuenta.

Mauro Bafile

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