Desnutrición Infantil: una tragedia que podemos detener

Desde 2001 el porcentaje de desnutrición infantil en Venezuela estuvo por debajo de 5%, lo cual es una cifra aceptable. Esto fue así hasta finales de 2015, cuando se colocó en 8%, lo cual comienza a ser una alerta. En estos momentos estamos en 15.5%, según los monitoreos de Cáritas de Venezuela. Esto implica, según los estándares de la OMS, una “emergencia alimentaria”. No obstante, hay países en el mundo con situaciones mucho más graves que la de Venezuela. Es un problema que se puede atender, y resolver. Lo crucial parece ser que se necesita el concurso de todos los sectores, o sea, la coordinación de todos los esfuerzos.
Desde 2001 el porcentaje de desnutrición infantil en Venezuela estuvo por debajo de 5%, lo cual es una cifra aceptable. Esto fue así hasta finales de 2015, cuando se colocó en 8%, lo cual comienza a ser una alerta. En estos momentos estamos en 15.5%, según los monitoreos de Cáritas de Venezuela. Esto implica, según los estándares de la OMS, una “emergencia alimentaria”. No obstante, hay países en el mundo con situaciones mucho más graves que la de Venezuela. Es un problema que se puede atender, y resolver. Lo crucial parece ser que se necesita el concurso de todos los sectores, o sea, la coordinación de todos los esfuerzos.

CARACAS – “Hace 25 años, conjuntamente con UNICEF, iniciamos un proyecto de nutrición. Nuestra especialidad es el trabajo en las comunidades más vulnerables, y en ese momento se marcaba un deterioro en el tema nutricional. Una subida de la curva de la desnutrición, la cual mide peso y talla de los niños, según un estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero jamás como lo que está pasando en estos momentos”, abre fuegos, Janeth Márquez, directora ejecutiva de Cáritas de Venezuela -. En ese momento –relata- se hizo un convenio con UNICEF y las diócesis. Empezamos a desarrollar todo un trabajo de supervivencia infantil, que enseñaba a comer, se trataba de una tarea con el Estado en ese momento, para la vacunación, una labor que tenía que ver con nutrientes que se les entregaban a las familias, y el tema alimentario. En 2001 –avanza la portavoz- tuvimos que eliminar ese programa porque la curva de desnutrición había descendido bastante bien, estaba en menos de 5%, era una curva que se podía manejar con la familia y el Estado, en los programas normales”.

Un problema reciente

“Durante 15 años la curva no paso de 5%. Antes de 2016 trabajábamos con las cifras oficiales del Estado. Es decir, las cifras del Instituto Nacional de Nutrición (INN). En 2016, en el trabajo cotidiano que tenemos con las comunidades, empezamos a ver niños muy flacos, que se desmayaban en la escuela. La familia se quejaba de que no tenían alimentos, y dejaban de comer en algún momento. Empezamos a escuchar muchos comentarios. Tenemos trabajos en los cuales escuchamos a la gente para ver qué podemos hacer”, topa la gerente con el punto inicial de todo este drama.

Cuando fueron a ver las cifras, no había. Solicitaron cifras oficiales para ver qué podían hacer. Esta información no estaba disponible en donde estaba supuesta a encontrarse, o sea, en los portales de los organismos oficiales. La problemática fue aumentando, y Cáritas decidió realizar un monitoreo.

En julio de 2016 –nos cuenta Janeth Fernández- decidieron empezar a hacer un monitoreo en algunas zonas. No estamos hablando de un monitoreo nacional.

“Este monitoreo va de 0 a 5 años. Es la edad en la cual el niño está formando sus neuronas, y la desnutrición puede causar un daño irreversible. Decidimos ir a la comunidad, y desarrollar algunas estrategias que nos permitieran otear la situación en algunas zonas vulnerables”, delimita los linderos.

Y va todavía más allá, para no dejar lugar a dudas:

“Por lo tanto fue un estudio intencional. ¿Qué significa eso? Que fuimos a las zonas más vulnerables. ¿Qué entendemos por zonas vulnerables? Barrios en los cuales hemos trabajado por años y sabemos que allí hay más necesidad”.

Queda claro cuáles son los alcances de las cifras que maneja a esta hora Cáritas de Venezuela. Las primeras, de este monitoreo que arrancó en 2016, las divulgaron en enero de 2017. Son 29 parroquias en 4 estados (Caracas, Vargas, Miranda y Zulia). La curva de desnutrición les dio 8%. Le informaron al Estado: la dieron la información a la Defensoría del Pueblo, al INN, etcétera. La muestra incluye la cantidad de niños necesarios para hacer una proyección.

“No íbamos a hacer 5 niños. Teníamos que haber pesado al menos 900”, explica Fernández.

Según la OMS, 8% constituye una “alerta”. En enero de 2017 Cáritas de Venezuela se pone a la orden del Estado, con miras a organizarse. En abril de 2017 la cifra remontó hasta 10% (una “crisis”, según los estándares de la OMS). En agosto llegó a 12%. En estos momentos está en 15%, lo cual para la OMS es una “emergencia alimentaria”.

En agosto del año pasado, la ONG –que hace parte de Cáritas a escala mundial, la cual pertenece a la Compañía de Jesús- decide no quedarse con estos 4 estados solamente, y extender el monitoreo. Actualmente están en 10 estados.

“Quisimos verificar la proyección. Y en los otros estados que fueron añadidos también arroja una cifra alta. Yo creo que el Estado, aunque no se conocen las cifras, sí debe estar haciendo sus propias mediciones”, desliza Fernández.

Lo que determina que un niño caiga en situación de desnutrición –nos aclara- tiene que ver con la cantidad de alimentos que consume una familia. Esto determina que la desnutrición infantil se ve principalmente en los estratos bajos, en los más desposeídos. ¿Por qué? Porque la cantidad de alimentos que consume una familia está relacionada con la posibilidad de la misma de costear la canasta básica.

Un chiste que no da risa

Janeth Fernández toma distancia por un momento, cruza las manos sobre el escritorio, y una sombra de preocupación le cruza la mirada: lo que se ha llamado, en forma de chiste, “la dieta de Maduro”, -nos dice- no es tan chistoso en los niños. Tampoco en los adultos.

La desnutrición infantil está relacionada con la cantidad de alimentos que consume una familia. Por eso eómenl fino interesa principalmente a los estratos bajos, en los más desposeídos. La cantidad de alimentos que consume una familia está relacionada con su poder adquisitivo
La desnutrición infantil está relacionada con la cantidad de alimentos que consume una familia. Por eso el fenómeno interesa principalmente a los estratos bajos, a los más desposeídos. La cantidad de alimentos que consume una familia está relacionada con su poder adquisitivo

Pero vuelve una chispa a sus pupilas, y no pierde ocasión de poner al mal tiempo buena cara:

“Algunos adultos que estaban obesos, que estaban gorditos, tal vez se ponen 90-60-90, pero no es el caso de algunos ancianos que necesitan ingerir ciertos alimentos, y, sobre todo, en los niños, que puede ser que no se muera, pero ve su vida hipotecada para siempre”.

Es una ruda realidad. Janeth Fernández, con más de 20 años en Cáritas de Venezuela, no se la toma en broma, pero le mete el pecho con el optimismo clásico del venezolano.

Lo grave acá es que puede quedar un daño neuronal en estos niños. El niño no va a poder estudiar, porque tal vez pierda capacidad de concentración. Tampoco va a poder trabajar, a lo mejor. Desde finales de 2015 comenzaron a ver esto. El indicador se ha duplicado desde que arrancaron: pasó de 8% a 15%.

“Recibimos donaciones de la empresa privada, y de varios capítulos europeos de Cáritas. A través de los mismos feligreses que van a nuestras iglesias a entregar cualquier tipo de alimentos. Pero nosotros sólo podemos llegar a una franja de entre 5 y 10% de la población. Tenemos 90% de estos niños que están al margen de las ayudas”, da cuenta de lo lamentable del problema.

Y ofrece una reflexión sobre lo que debemos aprender como país de todo esto:

“Hemos recomendado al Gobierno un cambio de políticas, porque se trata de que las familias con sus propios ingresos puedan solventar sus problemas. No tantas dádivas”.

¿Qué hay que hacer en este momento para atajar lo más grave, para evitar que un niño sufra daños neurológicos? Muy sencillo: que los alimentos lleguen a las familias. Este es un tema de alimentos.

“El Gobierno está entregando una bolsa CLAP, pero la misma dura solo 10 días. En nuestras encuestas le preguntamos a la gente si recibe la bolsa CLAP. Hemos verificado que 80% la recibe, pero –como dije- la misma responde a una necesidad de 10 días”.

Cáritas de Venezuela hace tres llamados al Gobierno: en primer lugar, quieren seguir trabajando en esta temática; luego, ofrecen toda su estructura y sus manos voluntarias. En Cáritas 80% es puro voluntariado. En tercer lugar, necesitan que el Gobierno reconozca la labor que están haciendo, y no los vea como enemigos.

“No lo somos, ya que nuestra función no es política, sino social”, pone enteramente en claro.

300.000 niños podrían estar desnutridos

“Si decimos que 15% de los niños que forman parte del monitoreo, en los 10 estados, padecen de desnutrición y lo proyectamos a la cifra de pobreza que tiene el Estado, el déficit nutricional podría estar sobre los 300.000 niños. Pero eso es sólo una proyección. No podemos afirmarlo categóricamente”, apela a la prudencia.

Y explica que en la desnutrición infantil hay diferentes escalas: uno, niños en riesgo de padecer desnutrición; dos, los que están en desnutrición leve; y tres, los que están en situación de desnutrición severa.

“De ese 15% que mencioné más arriba, los que padecen desnutrición severa son aproximadamente 5%. Esos niños están en un precipicio. Podrían quedar con daños”, roza con el filo más doloroso de toda esta historia. Es acá donde el país entero debe preocuparse y poner manos a la obra.

“A nosotros no nos gusta hablar de cantidad, porque con un solo niño que esté en situación de desnutrición, y muera, ya todos los venezolanos deberíamos estar alineados para ayudar. Y si ya son más niños, pues deberíamos estar alerta. Para llegar a una hambruna la curva de desnutrición debe llegar a 30%. Cada vez que medimos lo que deseamos es constatar que esa curva ha bajado, pero en realidad ha ido subiendo”, da cuenta de la realidad más real.

Y pone las cosas en su justa dimensión:

“La solución no depende de nosotros, sino del Estado. La solución está en manos del Gobierno- se encoge de hombros -. Estamos impresionados, no obstante, con la gran bondad que encontramos en la gente que nos ayuda. Señoras a quienes les llega la bolsa CLAP, y que está pasando hambre, y saca un paquete de harina, o una lata de sardinas, para entregárnosla a nosotros. Para poder ayudar a otras personas”.

Esto tiene que ver con las políticas que desarrolla el país. Es el tema estructural. Tiene que ver con el proyecto país, con programas económicos y sociales, con la participación de la empresa privada, con la responsabilidad social del país, tiene que ver con el tejido social y las ONG como Cáritas, que están tratando de solventar el problema; es la unión de mucha gente.

Janeth Fernández, socióloga de profesión, nos ofrece la cara noble que tiene este asunto: Esta es una problemática de data joven. Es fácil de resolver. Es difícil cuando un país tiene 30 años con una crisis de este tipo.

“En Venezuela todavía hay gente con activos. Si esto se ataca ahora es mucho más fácil. Esto es una buena noticia. No somos Haití, que tiene 40 años de pobreza, que la gente no tiene dinero, que la gente ha perdido hasta la sensibilidad. Venezuela tiene gente bondadosa. Algunas familias todavía tienen bienes. Todavía el Estado, y el Gobierno que lo coordina, tienen la posibilidad de que si quiere podemos unirnos”.

Fenómeno de instalación lenta

En su trinchera, Maritza Landaeta Jiménez, directora de investigación de Fundación Bengoa, quien es médico especialista en pediatría y nutrición, comienza por acotar que la crisis de alimentación en Venezuela ha sido de instalación lenta. Viene desde 2012. En ese momento, la data del Instituto Nacional de Estadística (INE) –en su encuesta de seguimiento del consumo de alimentos- mostraba que empezaba a caer el consumo de alimentos.

Fue muy demostrativo que ya para ese año el consumo de leche se redujo 50 gramos. Es decir, 50% del consumo de leche cayó. Eso indicaba desde el punto de vista de salud pública, que la situación nutricional estaba mal. Eso es un indicador de consumo.

En ese momento también comienza a disminuir la disponibilidad de alimentos en Venezuela. O sea, que había menos acceso a los alimentos. Empiezan los problemas de escasez. Eso se fue agravando a través del tiempo, y en la medida en que fue reduciéndose la cantidad de alimentos disponibles, y se fueron cerrando los canales de comercialización, por una cantidad de medidas y políticas que adoptó el Estado venezolano, fue cayendo el consumo de alimentos producidos en el país.

Informa que pasamos de tener una producción de 70% de alimentos en 2012, a tener en estos momentos menos de 20%. El problema de la desnutrición infantil se origina, entre otros factores, por la falta de disponibilidad de alimentos, explica la doctora Landaeta.

“La alimentación no se puede ver desde una sola óptica. Es un fenómeno que tiene muchos factores. Uno de ellos es el hecho de que los niños no reciban sus vacunas. Esto hace que se enfermen más. Y en la medida en que se enferman, se desnutren. También incide el hecho de que no haya agua potable”, topa con uno de los aspectos más cruciales.

“Según la encuesta ENCOVI la pobreza pasa de 46% a 81%. Lo que aumenta más es la pobreza extrema. Es decir, las personas que ni siquiera tienen un mínimo ingreso. Si tenemos 71% de familias en pobreza extrema, y se estima que en estas familias hay –en promedio- un mínimo de 2 niños: concluimos que una masa muy importante de niños en estado de desnutrición”.

“No sabemos de cuántos niños se trata exactamente. No hay estadísticas. Según el Gobierno, la pobreza ha disminuido. El presidente Nicolás Maduro acaba de decir en su Memoria y Cuenta que en Venezuela lo que hay es 6% de pobreza. Entonces, si yo digo cualquier cifra, estaría inventando. Fundación Bengoa no maneja una data propia. Hacemos estudios muy puntuales. La encuesta más grande que nosotros manejamos, es la encuesta ENCOVI, y la parte de pobreza la maneja el doctor Luis Pedro España, y es él quien ha dado estos datos, de que 81% de las familias venezolanas están en situación de pobreza”.

A Cáritas está llegando la gente –afirma Landaeta- que está en peores condiciones. Los datos de Cáritas revelan que el porcentaje de niños con desnutrición moderada y grave, se ha venido incrementando progresivamente, avanza la portavoz, “y se ha acelerado en los últimos tiempos porque los padres no tienen cómo alimentar a estos niños”.

Los primeros 1000 días de vida

“Les están dando agua de yuca, por ejemplo. Esto no tiene proteínas. Si el niño no tiene proteínas, no puede crecer adecuadamente. El cerebro de ese niño no puede desarrollarse adecuadamente. La etapa más importante está en los primeros 1000 días de vida del niño. Este es el período crítico de crecimiento. Es en esta franja donde más se registra la desnutrición infantil. Ya los niños se gestan en el vientre de madres mal alimentadas”, vuelve a la raíz del mal que nos ocupa.

Y topa con el que acaso sea el punto de mayor importancia en todo esto:

“En estos momentos, es posible revertir el proceso de desnutrición infantil que se verifica en Venezuela. Pero ya hay un grupo de niños con daños irreversibles. Son niños que ya tienen lesiones cerebrales. Este grupo, especialmente los muy pobres, son niños que presentan desnutrición antes del primer año de vida. Es en este primer año de vida cuando crece el cerebro del niño. Acá es donde se verifican lesiones irreversibles. Hay que orientar las políticas de salud pública a proteger a los niños que están en riesgo. Tenemos una población de niños en situación de riesgo de desnutrición, que si no protegemos, caerán en esa franja. Entonces, primeramente tenemos que cuidar a los que están en riesgo”, comienza por establecer prioridades.

“La franja de niños que ya tiene daños requiere una atención especial. Parte de esto ya lo está haciendo Cáritas. Numéricamente los que tienen daños son una minoría, pero desde el punto de vista del efecto biológico, son los más importantes. A estos niños hay que suplementarlos adecuadamente, hay que darles una correcta estimulación, y mantener un seguimiento muy importante de su crecimiento y desarrollo”. Es un asunto muy delicado, como puede verse.

Es muy importante la inmunización y la protección. Pongamos por caso un niño venezolano que reciba, por ejemplo, la vacuna del rotavirus. Esto lo protege de la diarrea. Atención con este dato:

La desnutrición infantil hay se mide por escalas: uno, niños en riesgo de padecer desnutrición; dos, los que están en desnutrición leve; y tres, los que están en situación de desnutrición severa.
La desnutrición infantil hay se mide por escalas: uno, niños en riesgo de padecer desnutrición; dos, los que están en desnutrición leve; y tres, los que están en situación de desnutrición severa.

“Esta es la primera causa de desnutrición en Venezuela. Además de la infección, el niño presenta pérdida de nutrientes. La diarrea se genera a través de agua no hervida, mala manipulación de los alimentos, etcétera. Esto se ve en las barriadas más pobres, donde no disponen de agua. Acá las condiciones higiénicas son pésimas”.

Con respecto a otros países de América Latina, se adentra Landaeta en la dimensiones sub continentales del asunto, “estamos muy mal en términos de salud pública. Países como México, Brasil, Argentina o Bolivia –verbigracia- tienen un sistema de salud que permite que los niños reciban todas sus vacunas al nacer. Y luego se pueda hacer seguimiento en su crecimiento y desarrollo. No podemos comparar a Venezuela con Guatemala, porque este país tiene otros factores que han hecho que tenga el mayor índice de retardo y crecimiento mentales”.

Hay una relación directa entre desnutrición infantil y deserción escolar. Entre otras causas, está que el niño desnutrido no tiene las herramientas para ir a la par de sus compañeros, en la escuela. Se sienten en situación de minusvalía, que aprenden menos, que son los malos de la clase, y se van de las escuelas.

El más reciente informe (2017) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revela que en Venezuela se ha incrementado la sub alimentación. En estos momentos, hay 4 millones 100 mil personas pasando hambre. Ya la FAO reconoce que hay un problema.

Sub alimentación es hambre

Landaeta trata de ser prudente a lo largo de la entrevista, pero acá no tiene pelos en la lengua:

“Sub alimentación es hambre. Niños, adultos mayores y mujeres embarazadas son los más vulnerables. Son estos tres segmentos los que están llevando la peor parte. Está subiendo la mortalidad infantil. ¿Por qué el mundo nos ve con asombro? Porque nadie puede creer que esto esté pasando en un país petrolero”.

Yadira Vera, coordinadora de capacitación y asistencia técnica de Fundación Bengoa, sazona las apreciaciones de la doctora Maritza Landaeta. ¿Medidas concretas que deben adoptarse ya?

“Lo primero es identificar al grupo de la población infantil que está en riesgo de desnutrición. Y una vez que se ha hecho esta identificación, entonces diferenciar quienes están más graves que otros, para poder atacar ambos aspectos. Lo primero es definir bien la categoría. ¿Por qué? Muy sencillo: el plan es distinto para los niños que están más graves o menos graves. Yo no sé si el Gobierno tiene esto estudiado. Fundación Bengoa sí lo tiene”.

Vera procura ir –entonces- muy al grano:

“En el caso de los niños menos graves nuestra sugerencia es hacer una suplementación con la dieta. Los que están en situación crónica deben recibir una suplementación alimenticia totalmente distinta. Acá se necesitan suplementos especiales, que deben ser importados, si no están disponibles en Venezuela”.

Landaeta nos ofrece un dato crucial: la desnutrición infantil es la punta del iceberg del indicador de pobreza de un país. Cuando el pobre tiene un problema de desnutrición grave, esto implica que hablamos de extrema pobreza. Las consecuencias son muy severas. Porque las posibilidades de que este pobre el día de mañana pueda migrar de estrato y tener una productividad alta son muy limitadas. Estas personas nunca llegan a tener un desarrollo profesional.

La experiencia de UNICEF

Finalmente, Dagoberto Rivera, especialista en salud y nutrición de UNICEF Venezuela, y Raquel Fernández, jefa de comunicaciones de UNICEF Venezuela, accedieron a conversar sobre el tema con La Voce d’Italia.

Rivera rompe el celofán y dice que la cifra que nos puede ilustrar cómo está Venezuela, en términos de desnutrición infantil, no está disponible. Pero las cifras de Cáritas sí nos dicen por dónde puede andar la situación, según estima.

“Es una cifra que no se puede extrapolar a todo el país, pero sí nos da una noción clara de las dimensiones del problema. No se trata tanto de la cantidad de niños en situación de desnutrición infantil, sino de la gravedad que revisten algunos de los casos”, coincide con los otros voceros consultados.

Raquel Fernández expone que los estudios de Cáritas y otros entes son alertas del deterioro de la situación.

“Aunque no son muestras a escala nacional –Cáritas monitorea comunidades muy vulnerables-, sí se trata de alertas de una situación a la cual hay que prestar atención”.

Lo UNICEF sostiene que si no existen los cifras actualizadas a escala nacional, las medidas que se pueden adoptar para solucionar el problema de la desnutrición infantil en Venezuela son imposibles de diseñar.
La UNICEF sostiene que si no existen los cifras actualizadas a escala nacional, las medidas que se pueden adoptar para solucionar el problema de la desnutrición infantil en Venezuela son imposibles de diseñar.

“Por un lado, es necesario tener los datos actualizados a escala nacional. Lo que UNICEF dice es que si no existen los cifras al día de hoy a escala nacional, las medidas que se pueden adoptar para solucionar el problema de la desnutrición infantil en Venezuela son imposibles de diseñar. Porqué, ¿con base en qué se planean?”, inquierela entrevistada.

Dagoberto Riveranos explica que la desnutrición infantil se origina por varios factores. Es y no es un tema de alimentos. Se trata de condiciones para el aprovechamiento de los alimentos, calidad del agua, prácticas de higiene, e incluye condiciones de salubridad. Ese es el marco general. El problema se presenta en todo tipo de barriadas, desde las más vulnerables, hasta algunas menos complicadas.

La jefa de comunicaciones de UNICEF Venezuela pone sal y pimienta:

“En las situaciones de crisis que atiende UNICEF en el mundo, los más perjudicados son los segmentos más vulnerables. Es un problema de acceso a los alimentos. No sólo que estén disponibles. La gente tiene que tener dinero para comprarlos. No sólo es un asunto de disponibilidad de alimentos, también tiene que ver con elementos de salubridad: cómo se lavan esos alimentos, por ejemplo. No se trata solamente de disponibilidad o no de los alimentos. Hay temas de agua e higiene que también inciden. En un boom económico un país puede tener comida chatarra. Lógicamente, el tema pasa por la disponibilidad de los alimentos, pero también se trata de saberse alimentar. La combinación adecuada de minerales, vitaminas, etcétera, que le van a producir energía al cerebro para concentrarse, producir, para agregar valor. No solamente es un tema económico”, remarca Rivera.

“El problema de la desnutrición infantil no puede verse de manera aislada. Tiene que ver también con el ambiente familiar de los niños. Es un problema que incide en lo físico y en lo psicológico. En lo físico trae problemas respiratorios y diarreicos, por ejemplo. En lo psicológico está asociado a conductas sociopáticas a futuro”, dice el especialista, en alusión a problemas como deserción escolar, y, eventualmente, también delincuencia.

Raquel Fernández informa que trabajan “también con el INN, y con el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS)”.

“Con estos dos organismos colaboramos en la parte de asesoramiento técnico. También en la promoción de la lactancia materna. La leche materna es un nutriente esencial, el nutriente completo, que protege al niño de enfermedades. Para UNICEF es una línea de esfuerzo muy crucial. Con ambos organismos tenemos una buena relación”, se lleva una mano al pecho,   se toca el corazón.Una cosa queda clara: este es un problema de todos los venezolanos. Estamos llamados a laborar de forma mancomunada, en la labor de darle una certera solución.

Algunas cifras de la malnutrición en el mundo (2016)

-Alrededor de 2 billones de personas sufrían en 2016 de malnutrición por falta de micronutrientes

-Cerca de 800 millones de personas sufrían deficiencias calóricas

-Cerca de 2 billones de personas sufrían de sobrepeso u obesidad

-159 millones de niños por debajo de 5 años de edad eran demasiado pequeños para su edad

-50 millones no pesaban lo normal para su talla

-41 millones de niños padecían de sobrepeso

FUENTE: From promise to impact. Ending malnutrition by 2030. (INFORME DE 2016 / Cáritas Internacional)

FAO y UNICEF: Data dura

-La agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Década de Acción en Nutrición de Naciones Unidas (2016-2025) llama a todos los países y grupos de interés a poner fin al hambre y prevenir todas las formas de malnutrición para el año 2030.

-En 2016 se estima que el número de personas con malnutrición crónica subió a 815 millones, desde 777 millones en 2015.

-La prevalencia de malnutrición en el mundo índica que en 2016, 20% se concentraba en África, 11.7% en Asia, 6.6% en Latinoamérica y el Caribe.

FUENTE: El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (FAO / UNICEF / 2017)

Los números de Fundación Bengoa

En cuanto a la evolución del estado nutricional de los preescolares y escolares a quienes se les tomó el peso y la talla, en las 5 escuelas para un total de 1300 niños se presenta un aumento progresivo en los niveles de malnutrición por déficit desde el año 2013, pasando de un 12% de los evaluados en las 5 escuelas beneficiarias de este proyecto a 16% en el año 2015 y asciende a 22,5% y 30,4% en los años 2016 y 2017 respectivamente.

En el mismo periodo ocurre un descenso en los niveles de malnutrición por exceso a partir del año 2014, pasando de 19% a 15% en el 2015 y descendiendo al 10% de la población evaluada en 2016 y a 1,9% en 2017.

Encovi viene mostrando una caída abrupta en el consumo de alimentos. ALTO: En las fuentes de proteínas: lácteos (-44%), leguminosas (-39%), pollo (-37%), huevos (-32%), carnes (-28%), grasas (-47%) y frutas (-34%). BAJO: en los alimentos fuente de carbohidratos: harina de maíz y derivados (- 8%), harina de trigo y derivados (-12%), arroz y otros (-15%).

FUENTE: Fundación Bengoa

¿Qué información maneja UNICEF?

Una gacetilla liberada recién por UNICEF desde Nueva York, establece que las últimas cifras oficiales publicadas por el Instituto Nacional de Nutrición en 2009 situaron la desnutrición aguda (relación bajo peso / talla) en niños menores de cinco años en 3,2%. Sin embargo, estudios no oficiales más recientes señalan tasas significativamente mayores de desnutrición aguda en los niños. El Informe Global de Nutrición 2016 estimó una prevalencia de 4,1% de desnutrición aguda, mientras que El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2017 sugirió que la subalimentación (una medida del hambre que indica la proporción de población con un consumo de energía inadecuado) en Venezuela aumentó de 10,5% a 13% entre 2004-06 y 2014-2016.

El informe trimestral de Cáritas de agosto de 2017 mostró que el 15,5% de los niños de las comunidades evaluadas tenía algún nivel de desnutrición aguda (en comparación con el 11,1% en el trimestre anterior), mientras que un 20% de los niños estaban en riesgo de desnutrición. Los resultados recientes de estas evaluaciones, si bien no son representativas de la mayor parte de la población, son un indicativo del continuo deterioro en el estado nutricional de la niñez.

FUENTE: UNICEF

Alejandro Ramírez Morón

 

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