La MUD no irá a las presidenciales: ¿Estamos ante el principio del final?

La coalizione di opposizione si è affrettata a chiarire che non ha sottoscritto alcún documento né con il Cne né col governo. Pertanto, ritiene che le “nuove” condizioni elettorali non sono valide
La coalizione di opposizione si è affrettata a chiarire che non ha sottoscritto alcún documento né con il Cne né col governo. Pertanto, ritiene che le “nuove” condizioni elettorali non sono valide

CARACAS – No hacía falta ser un genio. Ni dar clases en Harvard. Pasó lo que casi todo el mundo esperaba: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha hecho oficial su decisión de no concurrir a las urnas en las elecciones presidenciales del próximo 22 de abril. Realmente, había que ser demasiado temerario –y acaso cándido- para tomar la decisión contraria.

El tinglado de partidos opositores ha demostrado cabeza fría, coherencia y sentido de la táctica. Al grano: no hay garantías. Es un “show” del Gobierno para “fingir” una legitimidad de la cual carece. Las razones quedan claras, en todo caso, de esta lado de la cancha.

Juan Pablo Guanipa
Juan Pablo Guanipa

Juan Pablo Guanipa, líder opositor del partido Primero Justicia (PJ), ha sugerido –de una vez- un Plan B: “constituir un frente amplio para el rescate de la democracia, un frente que se encargue de luchar por condiciones para que podamos dar el cambio que Venezuela necesita”.

Ha explicado el por qué, por supuesto:

“Venezuela está cansada de Nicolás Maduro y sus secuaces. No podemos ir a un proceso electoral cuando quienes gobiernan quieren administrar el proceso enfocándose en permanecer en el poder sin tomar en cuenta el voto del pueblo. Necesitamos un frente amplio donde estén todos los partidos políticos del país pero también la Academia, los empresarios, los universitarios, los gremios, la Iglesia Católica, todas las iglesias; y toda la sociedad civil que lucha por sacar a Venezuela de la crisis”.

La oposición ha metido el freno. No ha permitido que se le lleve a un matadero. ¿Qué implicará esto en términos de la lucha política en ciernes? Eso está por verse, y, claro, habrá que ver cómo devuelve la pelota el monolítico y cuartelario PSUV.

Guanipa había asomado su nombre como un posible candidato. Su posicionamiento se había calentado lo suficiente, como para dilatar su declaración de este tenor:

“No podemos ir a unas elecciones donde los venezolanos no tienen derecho a inscribirse en el registro electoral, ni que se cumplan los procesos necesarios para garantizar que la elección sea libre. Las elecciones del 22 de abril son un fraude donde ni siquiera se permite la observación internacional transparente ni que los venezolanos que se han ido del país, buscando oportunidades, puedan ejercer su voto desde el exterior. Necesitamos una elección donde la gente pueda votar con confianza y que la gente no vote obligada por una caja de comida”.

Lo cortés no quita lo valiente

La pregunta, entonces, es esta: ¿habrá de todos modos elecciones presidenciales? Y esta otra: ¿le alcanzará al Gobierno la sensatez y el sentido de la amplitud para escuchar el latido del corazón del país? Lo cortés no quita lo valiente. La trinchera roja rojita se anotaría unos puntos, afuera y adentro, desde donde le llueven las críticas, de manera indistinta.

La escena política, con esto, se ralentiza. Sobra quien se oponga a Maduro y sus elecciones “a la brava” –digamos-, con lo cual no ha faltado quien ponga una dosis de temperamento y serenidad. Las academias también se pronunciaron. Rechazaron la convocatoria, y llamaron a instituir un frente único que plante cara a la participación electoral con las condiciones actuales.

Palacio de las Academias
Palacio de las Academias

Se ha escuchado un fuerte rumor de togas, pero esta vez no han sido las del TSJ: las Academias de Ciencias, Historia, Lengua, Medicina, Ciencias Políticas y Sociales, Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, Ciencias Económicas e Ingeniería y Hábitat repudiaron la indebida aceleración de elecciones presidenciales ordenada por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). No es un golpe de Estado –para nada-, pero estamos ante una fractura del entendimiento político mínimo que debe reinar en el país, con un desenlace difícil de anticipar.

Los directores de las academias fustigaron:

“Venezuela atraviesa una situación estructural de múltiples dificultades. Luce falaz organizar un proceso comicial solicitado por un ente ilegítimo y sin condiciones de importancia para el restablecimiento del orden democrático”.

Presos políticos, partidos y líderes opositores proscritos, un CNE parcializado, condiciones desiguales de participación y la carencia de un cronograma electoral consensuado. Tal es el raro coctel que impide que haya elecciones libres y justas, han dicho los notables.

Luego, remárquese que confluyen acá la nomenclatura opositora y la Academia en pleno. El Gobierno tiene dominio sobre el poder de fuego. Eso es claro: la FANB, los colectivos, etcétera. Pero eso que alguna vez alguien llamó “el país democrático” no ha dado su brazo a torcer, si bien acá nadie ha percutado arma alguna. Se ha disparado, eso sí, el polvorín de la real politik, con el sustento de los eruditos del país, que hasta ahora guardaron un cauto sigilo.

El futuro dijo “presente”

Por si fuera poco, la sangre joven ha dicho “presente”. El movimiento estudiantil articuló una recomendación prístina y preñada de lucidez: crear una alianza en la que converjan los sectores sociales y políticos de la Nación, para ir tras unas elecciones libres, justas y democráticas. “Las presidenciales convocadas por el CNE no buscan que los venezolanos elijan; su finalidad es perpetuar el infierno y la miseria que hoy en día vivimos”. Así de duro.

¿Quiénes hablaron? UCV, USB, UCAB, Unimet, UAH, UPEL (Miranda), USM y la UMA. Todas estas universidades han dado un paso al frente. La gente pensante de Venezuela ha echado por la borda todo rasgo de miedo o pusilanimidad.

Han sido enfáticos, pese al espíritu constructivo de su vocería: dirigentes políticos y partidos no debe avalar un proceso “espurio y fraudulento” con su participación.

“El no participar en elecciones no puede traducirse en una pasividad abstencionista cuyo resultado no será otro que la desesperanza en la cual busca sumirnos el régimen”. Así lo que ven los estudiantes.

La izquierda radical que encarnan personajes como Maduro, Cabello o Bernal, nos tiene acostumbrados al sobresalto y la exaltación como respuesta. Pero uno no puede evitar pensar en el talante siempre carismático y amigable del profesor Aristóbulo Istúriz, por ejemplo, o en la robustez técnica de algunos que hoy disienten del proceso, pero no son –sin embargo- opositores en sí, como Víctor Álvarez, ex presidente de Bancoex.

Esto por no traer sobre la mesa a Marea Socialista. Ergo, más allá de la existencia o no de un “chavismo sin Chávez”, uno no puede evitar preguntarse: ¿Es realmente imposible que chavistas y opositores se sienten en una mesa a decidir el destino del país? Al menos por esta vez, cada niño que hurga en la basura, cada paciente renal que muere de mengua, verbigracia, sabrían agradecer este gesto a la clase dirigente de lado y lado. Demos un voto de confianza.

Alejandro Ramírez Morón

Lascia un commento