La influencia de Don Tonino en el Maestro Abreu

CARACAS – Evocar el natalicio del Maestro José Antonio Abreu es para El Sistema y para todos los venezolanos, algo más que exaltar la fecha de nacimiento del fundador del Sistema de Orquestas, es entonces la oportunidad de volver a su pensamiento y buscar en sus sabias palabras, una guía que permita seguir el camino que con su empuje trazó.

En el particular momento que se vive a consecuencia de la pandemia del coronavirus, es interesante conocer su trabajo y obra para continuar edificando y revitalizar su sueño, entre los miles de jóvenes de este país .

A todos los que creen y siguen tocando música y cantando para alcanzar sus metas, el Sistema le comparte y dedica la historia del niño que se hizo hombre creyendo en la música “como una escuela de vida”.

José Antonio Abreu Anselmi nació el 7 de mayo de 1939. Su hoja de vida se abre con la visión del “niño de los nobles sueños”. Sus primeros años se muestran como “el lienzo de un distinguido cuadro histórico de la venezolanidad heroica y pujante”. Su voz presente en tiempo presente nos recuenta:

“Estremece mi corazón evocar en este momento a mi abuelo italiano maestro Antonio Anselmi Berti, venido hace más de un siglo desde la Isla de Elba, junto a 20 familias que sembraron sus hijos en Los Andes venezolanos.

Junto a sus compañeros y familiares inmigrantes, mi abuelo arribó a la pequeña población de Monte Carmelo en mi provincia natal de Trujillo. Traía desde Italia 46 instrumentos de viento. Él, y sus compañeros inmigrantes, resolvieron distribuirlos entre sus pequeños hijos. Y así, se formó, entre montañas y junto a cuatro ríos, la Banda Filarmónica de Monte Carmelo.

En su hogar, construyó mi abuelo un modesto escenario, sobre el cual enseñaba prácticamente todos los Instrumentos de la banda y ensayaba a diario un numerosísimo repertorio a base de transcripciones, que él mismo realizaba para la Banda de Monte Carmelo, de bellísimas páginas de Rossini, Donizetti, Bellini, Verdi…Puccini.

Murió un año antes de yo nacer, pero desde niño soñé con seguir su ejemplo, para enseñar, multiplicar y difundir en la niñez y la juventud venezolana aquella luminosa hazaña cumplida por la Banda de Monte Carmelo, cuyos muchachos recorrían Los Andes en largas y fatigosas giras de conciertos, por las plazas, las iglesias y los pequeños teatros.

A esos muchachos pioneros veo hoy florecer, todos los días, en las orquestas y coros de la juventud y la infancia de Venezuela y América Latina”, escribió el maestro José Antonio Abreu en el año 2008.

En la Cátedra de su pensamiento se cuenta que es el pequeño José Antonio, quien respiraba amor por la música, encontró arraigo y encarnó en Venezuela la Lucha que Toca y Canta la belleza del arte en el deseo de cultivar lo humano.

Pero, la singularidad de Abreu revela con firmeza que la constancia no consiste en hacer siempre lo mismo, sino en dirigirse siempre, con presteza y excelencia, a un mismo fin. Consagrarse a la búsqueda de lo noble, de lo bueno.

El maravilloso viaje

El pequeño José Antonio fue enviado a temperar a Monte Carmelo (Trujillo, Venezuela) a la casa de sus abuelos maternos, contando apenas siete años de edad, donde no tardó de emerger su curiosidad, cuando en las antiguas cajas musicales de Don Tonino (su abuelo) buscaba intranquilo y acucioso, siempre encontrándose con el acompañamiento amoroso e ilustrativo de su abuela, con quien entrañó una hermosa relación.

En ese contexto, se marcó un hecho de gran relevancia en las bases que fundan la formación artístico-musical del pequeño Abreu.

Fue el conocer y disfrutar de la maestría de Hugo Varillas, organista que tocaba el armonio en aquella iglesia de Monte Carmelo. Evento, que además de permitirle adentrarse en una fervorosa vida de fe, le concedió sus primeras vivencias en el canto gregoriano y a dar los primeros pasos en el teclado.

Todos los días se acercaba a oírlo cantar y tocar aquel armonio, y con ello surge la vocación por el piano, primer instrumento que estudia luego, en Barquisimeto, con su querida profesora Dora Lisa Jiménez de Medina, figura pedagógica de gran influencia en su crecimiento profesional.

En esa misma línea de impacto y grandes encuentros, estaba la tía Alide Anselmi de Casanova, excelente maestra, por intermedio de quien se consolidan las bases de un ideario musical y educativo, la pasión por la música y la enseñanza.

 “La escuela estaba llena de música…mi tía organizaba actos culturales, tenía un escenario de verdad-verdad y allí los niños cantaban, recitaban y montaban obras teatrales”, manifestó el maestro Abreu en 2011.

Se afirma así en su corazón la excepcional vocación por el arte y su serena niñez, llena de estímulos familiares, lo llevaron en madurez hacia la formación y búsqueda consciente de objetivos superiores.

Amor por lo humano

Maestro Abreu, como le es distinguido, con el don del convencimiento sabía inspirar confianza. Cualidades forjadas, en gran parte, por sus asombrosos triunfos en circunstancias difíciles, que otro sin su temple de alma se habría desalentado. Creador de las oportunidades en apasionada búsqueda por lo bueno y lo noble. Tocando y cantando el orden cultural de su nación, entrega su vida palpitando en el sistemático propósito de acrisolar su obra artística por amor a lo humano.

Hoy al conmemorar su nacimiento, se le recuerda en su timbre apacible y firme:

“La música es la voz de Dios, la llamada a encarnar esa melodía de luz que encienda nuestros corazones, que ilumine la vida de nuestros hijos y nietos, de todas las familias, de las ciudades y de todos los países. Hasta que la tierra sea un planeta de personas iluminadas”.

Su sensibilidad invita a trascender el pensamiento y buscar nuevas ideas. Un llamado sustentado en conceptos y en su búsqueda por “Tocar, Cantar y Luchar”, hizo definitivamente posible la música para todos.

El Sistema al compartir la Cátedra de Pensamiento del maestro Abreu, rinde homenaje al hombre de la gran obra, esa que en 45 años de labor ininterrumpida, sigue contando la historia del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, bajo la rectoría de la Fundación Musical Simón Bolívar.

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